Martha Meier M.Q.

¿Cipriani cayó en una trampa?

¿Cipriani cayó en una trampa?
Martha Meier M.Q.
14 de agosto del 2015

Sobre el último cargamontón contra el Cardenal del Perú

En su “Divina Comedia”, Dante Alighieri colocó a la entrada del Séptimo Círculo del Infierno la frase: “este lugar, el más horrendo y ardiente del Infierno, está reservado para aquellos que en tiempos de crisis moral optaron por la neutralidad”.

El silencio es una particular y muy cobarde forma de neutralidad, especialmente cuando los ataques arteros contra la Iglesia Católica (mi Iglesia y la de buena parte del Perú) intentan debilitarla y quitarle autoridad ante la campaña #DéjalaDecidir (pro-aborto en caso de violación).  ¿Existe una estrategia articulada entre un diario y quienes representan a la “cultura de la muerte”, como llamaba Juan Pablo II a los que, entre otras cosas, promueven el aborto y la legalización de las drogas? Todo indica que sí.

Aquí el recuento de los hechos; saquen sus conclusiones. “El Comercio” abrió sus páginas al Cardenal Juan Luis Cipriani para publicar “Sentido Primaveral de nuestra historia”. El asunto llamó la atención pues son conocidas las animadversiones contra la Iglesia del director del nuevo “El Comercio” y sus variadas excusas para no publicar aquello que va contra su línea de pensamiento (por no decir su capricho). Apenas publicada la nota, los de siempre desataron una nueva campaña contra Cipriani, acusándolo de “plagiar” frases de los Papas Benedicto XVI y del beato Paulo VI.

¿Hubo algún nivel de coordinación entre los nuevos editores de “El Comercio” y los detractores de la Iglesia para desatar un escandalete sin fundamento? Es altamente probable.

Como ex editora de ese diario -y como lo saben quienes trabajan o han trabajado en él- conozco el software utilizado para “escanear” las notas, especialmente las de opinión, y detectar presuntos plagios, frases sin citas, etc. Existe, por tanto, una monumental posibilidad de que el director de “El Comercio” haya publicado esa nota a sabiendas de que omitía fuentes. ¿Para qué? Y aquí ensayo una hipótesis personal: simplemente para quitarle autoridad moral a Cipriani y a los valores que representa como cabeza de la Iglesia en el Perú.

El Cardenal no mencionó qué pasajes de su nota pertenecían a documentos papales, pero solo corresponde a los autores o poseedores de la propiedad intelectual acusarlo, lo cual no ocurrirá simplemente porque el “plagio” no existe: Cipriani, como parte de la Iglesia, transmite las enseñanzas de ésta.

En carta a “El Comercio” explicó: “este patrimonio común de nuestra fe no tiene, por decirlo así, una propiedad intelectual, pero es habitual y correcto citarlos para una mejor comprensión y, en ocasiones, para reforzar la autoridad de la doctrina que se expone…”, tirando por los suelos la versión del “plagio” denunciado a gritos por quienes intentan sobresalir dentro de su mediocridad escupiendo a la tradición judeo-cristiana (occidental).

“Lamento que la brevedad del espacio me llevó a omitir las fuentes y reconozco este error”, agregó el Cardenal, con toda humildad.

El director de “El Comercio”, al pie de la carta del Cardenal, contesta: “más allá de las que puedan ser las consideraciones internas de la Iglesia Católica a este respecto, la política de El Comercio sobre el uso de frases o párrafos de terceros en sus páginas es clara: se deben hacer las menciones correspondientes para no dar una idea equivocada al lector sobre su autoría. El Diario lamenta profundamente lo ocurrido con estos artículos del cardenal Cipriani”.

¡Insólito! Lo dice un diario cuyo director ordena y permite la publicación de supuestas cartas “de lectores” para crear falsos consensos en torno a sus posturas ideológicas. No lo duden: pronto varios supuestos “lectores” firmarán sendas cartas por la omisión del Cardenal.

Por Martha Meier M.Q.

Martha Meier M.Q.
14 de agosto del 2015

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