Elizabeth Zea Marquina

Chinchero: Mayday

Chinchero: Mayday
Elizabeth Zea Marquina
25 de mayo del 2017

El presidente aún insiste en llevar a cabo este proyecto

La promesa de la construcción del Aeropuerto Internacional de Chinchero hoy ve su hora más crítica. Tras la renuncia del ministro de Transportes y Comunicaciones, Martín Vizcarra, y la decisión de dejar sin efecto el contrato, no solo se espera, como es lógico, el inicio de las acciones legales y el posible arbitraje por parte de Kuntur Wasi, sino también la reacción de la población cusqueña. Principalmente de gremios como la Federación Departamental de Trabajadores del Cusco, que ya han solicitado al Gobierno participar en una mesa de diálogo con la finalidad de que este aeropuerto se convierta en una obra pública financiada por el Estado peruano.

Después del receso económico en el cual nos dejó el gobierno de Humala, es importante la reactivación de la inversión privada a través de obras de infraestructura a través de las asociaciones público privadas, modalidad contractual que resulta favorable al Estado en tanto comparte riesgos con los inversionistas privados. Estos últimos suele asumir el financiamiento de la obra, y de otro lado cuentan con addendas que suelen modificar el contrato; sobretodo los montos o aspectos logísticos, que pueden significar costos altos e importantes para la ejecución de la obra. Este fue el caso de Chinchero, un proyecto que iba a beneficiar a todos los cusqueños, pero que terminó significando una potencial pérdida para el Estado peruano pues las subetapas 1 y 2 del proyecto iban a ser asumidas íntegramente por el tesoro público, y el concesionario obtendría la máxima rentabilidad.

Ante el informe de la Contraloría que arroja responsabilidad de diez funcionarios del Ministerio de Economía, el presidente ha dicho que igual seguirá adelante con el contrato, a todas luces lesivo. Este pronunciamiento confrontacional solo confirma que desde la renuncia de Benavente Donayre a Ositran, al manifestar no estar de acuerdo con el proyecto, el Gobierno ha hecho caso omiso a las señales de alerta que debieron haberlo hecho tomar decisiones distintas. Como la de realizar una nueva convocatoria, o convertir este aeropuerto en una obra pública. El Poder Ejecutivo sigue sin reparar en que seguir adelante con un proyecto que nació defectuoso no es lo más indicado en este momento, pues afecta el liderazgo del presidente, y rompe el equilibrio político que debe existir con las fuerzas políticas de oposición, que no dejarán de hacer (no deben) su labor de fiscalización ni de control político.

El presidente de la República es el líder de todos los peruanos, no solo representa los intereses de unos cuantos. Por ello es necesario que sopese el costo político de llevar adelante Chinchero, la renuncia de un ministro, la denuncia a diez funcionarios, un arbitraje y posibles protestas por parte de los cusqueños. Es válido preguntarle ahora al presidente ¿valió la pena?

Elizabeth Zea Marquina

Elizabeth Zea Marquina
25 de mayo del 2017

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