Victor Robles Sosa

Cateriano y el escorpión

Cateriano y el escorpión
Victor Robles Sosa
07 de abril del 2015

Las dudas que asaltan a los peruanos sobre el nuevo jefe del Gabinete Ministerial.       

Sorpresas te da la vida. El duro Pablo Cateriano se ha convertido en un presidente del Consejo de Ministros conciliador que dialoga con todos, inclusive con quienes toda su vida ha considerado una suerte de “peste política”, el Apra y el fujimorismo. ¿La Semana Santa nos dejó un milagro político o estamos ante una estrategia para obtener el voto de confianza del Congreso? Imposible saberlo todavía.

Quienes apostamos por la democracia deseamos que sea lo primero, que Cateriano haya cambiado el fundamentalismo anti por la tolerancia, la exclusión sectaria por la amplitud democrática. En suma, que haya entendido que es imposible ser demócrata y ejercer a la vez la intolerancia política y la exclusión autoritaria.

Quienes dudan de Cateriano podrían evocar la fábula de la rana y el escorpión: éste le pidió a aquella que lo ayudara a cruzar el río prometiéndole que lo le haría daño, pero a mitad del río le clavó su aguijón. Agónica, la rana le preguntó ¿cómo has podido?, y el escorpión le respondió “lo siento, es mi naturaleza”. ¿Podrá Cateriano contra su naturaleza anti?

Una gran duda que nos asalta es si Cateriano seguirá siendo el mismo que le pedía “luz verde” a Nadine Heredia o si hará respetar la Constitución impidiendo toda injerencia indebida en su Gabinete. Es decir ¿tendrá poder real y autonomía o será una comparsa más de los devaneos políticos de la primera dama?

Hay quienes creen que tendrá más poder y autonomía que sus antecesores en la PCM por ser hombre de Mario Vargas Llosa y porque al gobierno no le conviene pelearse con el vehemente Nobel. Esto puede ser cierto, pero nadie podría asegurarlo. En todo caso saldremos de la duda en cualquier momento, cuando el presidente Ollanta Humala dispare sus baterías contra la oposición, tal como lo ha hecho cada vez que un jefe de Gabinete intentó tender puentes hacia ese sector, o cuando la señora Heredia decida “despachar” con “sus ministros”.

En ese momento Pedro Cateriano tendrá que optar entre seguir los pasos del complaciente Juan Jiménez Mayor o los de César Villanueva, que duró menos de cuatro meses por no permitir las intromisiones de la esposa del presidente en su Gabinete.

Más allá de las especulaciones, los peruanos esperamos que el señor Cateriano tenga la lucidez necesaria para llevar al Perú por un buen rumbo. Será imposible que recupere la confianza de la inversión privada, herida de muerte por la mala política del gobierno nacionalista, pero al menos podría aliviarla si logra detener la polarización y empezar a remover las trabas burocráticas que frenan las inversiones.

Pero sus aportes más importantes serían, sin duda, primero asegurar que en el proceso electoral del 2016 no se utilicen los recursos del estado para favorecer al candidato del gobierno y atacar a los otros candidatos; y segundo asegurar una transferencia del gobierno limpia y ordenada. Con eso sería suficiente. ¿Es acaso pedir mucho?

Por Víctor Robles Sosa

07 - Abr - 2015  

Victor Robles Sosa
07 de abril del 2015

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