Juan Carlos Valdivia

Cateriano, el belicoso

Cateriano, el belicoso
Juan Carlos Valdivia
10 de noviembre del 2014

Acerca del lamentable y antidemocrático papel político del ministro de Defensa

Es penoso el papel que ha decidido jugar Pedro Cateriano en la política nacional. Liberal, abogado constitucionalista, descendiente de algún fino poeta arequipeño, ha decidido hacerse notar por la chambonada, la chabacanería, el ataque sin elegancia, en lo que parece una obsesión: su antiaprismo y su antifujimorismo.

Un ministro de Estado, él lo sabe, no puede estar dedicado a agraviar a otros líderes políticos. Si quiere hacer eso, que renuncie al ministerio y haga explícito su deseo de participar en el debate político. Que se inscriba en el partido nacionalista (la política debe hacerse desde los partidos), y reinicie así su carrera política. Lo que no puede suceder es que se aproveche de su cargo en el aparato estatal para confrontar de mala manera con la oposición. Un funcionario público no está permitido de confrontar a la oposición, menos aún de agraviar a quienes han recibido el voto popular.

Hay quienes celebran y defienden a Cateriano. Defienden su derecho a opinar. Lo tiene en tanto deje el cargo de ministro. Mientras sea ministro de Estado será un vocero del gobierno y por lo tanto su estilo confrontacional, su vocación por el insulto fácil, van contra las formas republicanas, y violan una serie de reglas sobre el accionar de los ministros de Estado.

Por ejemplo ¿puede un ministro de Estado decir que hará todo lo que esté a su alcance para evitar que algún candidato sea presidente? Esa afirmación –que Cateriano ha realizado respecto a Keiko Fujimori- es una clara violación de la Constitución, pues como ministro de Estado debe mostrar y garantizar neutralidad.

Lo que hace Cateriano solo abona en el deterioro del debate público y de la política en general. Cateriano falta el respeto a instituciones democráticas. Siendo él un funcionario designado, se atreve a confrontar a los que han recibido el voto popular: inaceptable en cualquier democracia.

¿Se trata de un problema psicológico? ¿Está resolviendo problemas de su niñez? Puede ser, muchos han encontrado en las redes sociales virtuales una vida que parecen no haber disfrutado en su infancia. Otros encuentran en la redes el refugio a su soledad. Ahí procesan sus demonios, sus carencias, sus obsesiones, sus traumas. Es posible que este sea el caso del ministro Cateriano, pero si así fuera, entonces hay razones mayores para que deje el ministerio y busque asesoría profesional. El desequilibrio emocional que muestra respecto al Apra y al fujimorismo es anormal y debería ser ya materia de preocupación de sus cercanos.

Una democracia estable requiere instituciones sólidas. Cateriano no está respetando su función de ministro de Estado. Desde su célebre diálogo de la “luz verde” quedó inhabilitado para la función pública. Él, un profesor de derecho constitucional, se somete a un poder que no está regulado por la Constitución. Nunca entenderé como explicará este suceso a sus alumnos. Pero su sometimiento a ese poder, su actitud de falta de respeto a la oposición -de la que alardea como ministro de Estado-, son muestras del deterioro al que estamos llegando. Y alguien debe ponerle solución.

Por Juan Carlos Valdivia
(10 - nov - 2014)

Juan Carlos Valdivia
10 de noviembre del 2014

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