¿Cancelación de Tía María?

Sobre la actitud asumida por el presidente ante el proyecto minero arequipeño.

Las recientes declaraciones del presidente Ollanta Humala, sobre “qué está haciendo la empresa (Southern Peru) para acercarse a quienes residen cerca al proyecto minero Tía María, en Islay, y así despejar las dudas al respecto”, han generado en Arequipa una serie de especulaciones referidas a una eventual voluntad del mandatario de cancelar el proyecto para optar por una estrategia populista frente a las elecciones del 2016.

Este tipo de especulaciones no hacen más que acrecentar la incertidumbre sobre el futuro del país, vulnerar la recuperación de la confianza en nuestras autoridades y socavar la aún endeble institucionalidad en la que nos desenvolvemos.  Ollanta Humala es consciente de que sin inversión no hay generación de bienestar, tampoco reducción de la pobreza, y menos desarrollo sostenible.

El riesgo de la cancelación o suspensión indefinida de otro proyecto minero hará que los inversionistas nacionales y extranjeros orienten sus inversiones hacia otros destinos, donde haya mayor seguridad, cohesión social y convicción acerca de cuál es la ruta más eficiente para propiciar su engrandecimiento.

En simultáneo, nuestros vecinos del sur, principales productores de cobre del mundo, siguen ampliando sus operaciones y estimulando la inversión -nacional y extranjera- en la exploración de nuevos yacimientos para compensar el descenso de las leyes de mineral en sus actuales operaciones. Bien por ellos, pero ojalá que nuestros problemas internos no terminen por beneficiarlos. Mientras por acá ahuyentamos al capital, por allá les dan la bienvenida.

Si el presidente Humala tiene dudas acerca de lo avanzado, antes o después de la paralización promovida por un grupo de violentistas en la provincia de Islay, lo que debe hacer es asumir el liderazgo, convocar a la empresa, escucharla o, en su defecto, proponer qué es lo que él considera más adecuado para persuadir a quienes están disconformes con la oportunidad que representa el desarrollo de Tía María.

Poco es lo que cualquier autoridad puede llevar a cabo en condiciones de inseguridad ciudadana. La empresa ya ha manifestado su deseo de promover su proyecto en cuanto espacio público o privado esté disponible; ha ofrecido apoyar decididamente la reconstrucción de las principales instalaciones dañadas por grupos violentistas en el distrito de Cocachacra, también apoyar a quienes resultaron heridos como consecuencia de los enfrentamientos –más allá de su posición frente al proyecto-,  promover el retorno de quienes tuvieron que refugiarse en la ciudad de Arequipa, apoyar en la recuperación del año escolar para que los niños y jóvenes no se vean perjudicados, estableciendo, si fuera necesario, un aporte especial para compensar las horas extras dedicadas a la enseñanza.

Si ya hay una respuesta positiva de la empresa, ¿qué es lo que se requiere? El compromiso de las autoridades del Estado para viabilizarlas, logrando que el gobierno, el provincial y el regional, de ser el caso, se reúnan con los directores regionales de educación y los directores de las Instituciones Educativas, para hacer que el programa escolar sea culminado, tal como estaba previsto originalmente.

El mandatario tiene ante sí la responsabilidad política de la conducción del país. Su rol fundamental es el de estadista y, en ese sentido, su compromiso es brindar seguridades a la ciudadanía pacífica que desea crecer y volver a ver el futuro con optimismo.

Por Guillermo Vidalón del Pino

03 – Jun – 2015