Édgar Villanueva

CADE: empresarios con los pelos de punta

“Un solo Perú, no más honestos separados”

CADE: empresarios con los pelos de punta
Édgar Villanueva
01 de diciembre del 2017

 

La vida da vueltas. Resulta que aquello que muchos empresarios estigmatizaban como un estorbo, una rémora o un obstáculo para los intereses empresariales, hoy se les muestra como herramienta indispensable para el desarrollo de sus actividades y, de sus intereses, y para el impulso de la economía del país. La política: sobre eso es que hoy meditan los empresarios (CADE 2017). Sobre la indispensable armonización de la política y la economía han lanzado como lema: “Un solo Perú, no más cuerdas separadas”.

Que bueno, ya era hora que ellos entendieran que sin política las finanzas, las inversiones, los emprendimientos, los proyectos corporativos no pueden encaminar, por sí solos, el desarrollo. Qué positivo que comprendan que la tecnocracia per se cojea; que la política (no la politiquería) es instrumento que tiene por objeto el ejercicio del poder para alcanzar metas a corto, mediano y largo plazo, galvanizando los intereses del país. La política es el ejercicio que busca la solución de los problemas en una sociedad organizada democráticamente, y en función de los intereses generales, a través del Estado.

La política por su propia naturaleza supone confrontación, pero también entraña diálogo. Y en el marco de la democracia implica arribar a consensos básicos para que funcione un sistema económico y social. El lema del evento de CADE 2017 suena a un llamado, a una exigencia, a un grito para tratar de encontrar consensos entre las fuerzas políticas que hoy controlan los poderes. Y no podía ser de otro modo, porque el país atraviesa por una crisis política muy riesgosa. Vivimos en pleno desarrollo de un enfrentamiento entre poderes, enconado y crispado, que amenaza con arrastrar al Perú hacia un abismo, en el que todos perderemos.

La cuestión estriba en el cómo bajar los decibeles al enfrentamiento entre poderes y cómo resolver esta crisis política que a todos (empresarios incluidos), nos tiene los pelos de punta. Y cuando, paralelamente, vivimos los efectos de una corrupción transversal, en la que están embarrados empresarios, expresidentes, políticos, funcionarios de todo nivel, gobernadores, alcaldes, fiscales y jueces; y en cuya cúspide se encuentra la podredumbre internacional brasileña más grande de la historia, denominada Lava Jato. No será posible alcanzar el objetivo de un “Perú sin cuerdas separadas”, si tenemos de telón de fondo, y vivita y coleando, paseando impunemente en nuestras narices, a la corrupción.

¿Cómo separar el trigo de la paja inmunda, empezando por el empresariado, cuando como saludo a la bandera solo de dice “que todos aquellos empresarios que estén involucrados sean procesados por la justicia”? ¡Y punto!, pero sin deslindar explícitamente, ni expulsar a esos corruptos de sus gremios. O como algunos políticos que, en evidente desmemoria o ataque repentino de ceguera, se contentan con decir “yo no vi los millones, me engañaron, pero asumo mi responsabilidad política” sin hacer aterrizar su dicho. ¿Renuncia, deja su curul, no seguirá en política? O quienes relativizan su responsabilidad —“tal vez escribí en las agendas de la corrupción, fui su secretaria, pero no sé nada de los millones recibidos. Yo repudio a los corruptos”— y, claro, continúa oronda con sus aspiraciones políticas.

O en otro caso “nuestra empresa jamás supo de los sobornos, nos mintieron miserablemente los de Odebrecht”, así que seguiremos licitando para el Estado. O “nunca recibí plata sucia para mi campaña”, aunque no sabe cómo explicar los millones gastados. O también “se me perdieron todos los documentos contables , de todas mis empresas, en un taxi”. O “sí, fue mi viceministro de absoluta confianza, pero no sé nada de los millones que recibió por sobornos”, y así seguirán medrando olímpicamente de la política. Miles de millones robados al país y nadie de los corruptos, cómplices o encubridores saben “nada de nada”. Todos son ciegos, tuertos o mudos. Y pese a su enorme experiencia, a todos se les pasaron millones de millones de dólares entre las piernas y jamás se dieron cuenta. Así, ¿cómo separar el trigo de la paja inmunda?

¿Existe alguna alternativa posible para el Perú en esta encrucijada? La única posibilidad es que la gente honesta del empresariado y de la política, los funcionarios honrados de todo nivel, las organizaciones civiles, los fiscales y jueces probos, los parlamentarios, los representantes de medios de comunicación, los jóvenes, los gremios de todo el país, etc., sin distingos ideológicos, políticos o intereses particulares, forjemos una alianza explícita de indignación y repudio contra esta lacra corrupta que hunde moralmente al Perú y que paraliza la economía y la inversión, amenazando con destruir la democracia.

A estas alturas, solo la movilización y deslinde social de la parte sana y cuerda de nuestra nación puede enrumbarnos hacia “Un solo Perú, sin cuerdas separadas” como quisiera el lema CADE 2017. Tenemos que limpiar nuestra patria de cara al Bicentenario y en beneficio de nuestros hijos y nietos, quienes merecen heredar un Perú decente justo y desarrollado.

 

Édgar Villanueva
01 de diciembre del 2017

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