Daniel Córdova

¡Buena suerte @ppkamigo!

¡Buena suerte @ppkamigo!
Daniel Córdova
27 de julio del 2016

Testimonio personal y buenos augurios para nuestro presidente

El más viejo recuerdo que tengo de PPK es en una CADE de los años ochenta, en Iquitos, a la que asistí como joven periodista económico. Si mal no recuerdo, el entonces ex ministro había venido de Estados Unidos y fue el único “excéntrico” que tuvo la sensatez de meterse a la piscina, mientras un también joven Pepe Chlimper se estrenaba frente a los micrófonos.

Luego,  ya a fines de los noventa, cuando inventamos Comex con Juan Francisco Raffo, lo invité —junto con Susana de la Puente— a dar una conferencia en los jardines del que aún es local de dicho gremio (que ha conservado la revista Negocios Internacionales, el semanario electrónico, los eventos, el liderazgo en APEC-ABAC y todo lo que se hizo en no menos de tres años). Poco después, a instancias de nuestro común amigo John Youle, fui a verlo como gerente de finanzas de Milpo, para que me ayude en el proceso de apertura de capital de dicha empresa. Sus consejos fueron precisos.

En 2001, cuando fundamos Procapitales, invitamos a almorzar a PPK para proponerle ser presidente de nuestro Comité Consultivo. Fue devorando un ranfañote —dulcísimo y tradicional postre limeño que le encanta— que aceptó gustoso. Meses después hicimos un evento en el que el saliente ministro de Economía de Paniagua, Javier Silva Ruete, le cedió privadamente la posta al ingresante ministro de Economía de Toledo. Esa vez, a instancias de un amigo publicista, le regalé a PPK unos huayruros deseándole buena suerte.

En 2004, cuando tuvo una ventana de tiempo fuera del gobierno de Toledo, me tocó darle, en calidad de decano de Economía de la UPC, el profesorado honorario a él y a su amigo John Williamson. Juntos habían editado un clásico de la época: El Consenso de Washington, cuya edición en español tradujimos para la ocasión con el Fondo Editorial de la Universidad. Se burló mucho del “ridículo tralalá” que el entonces rector obligaba a hacernos ensayar a todos para dichos ritos académicos.

Más tarde, ese mismo año, me tocó reestructurar el Banco de Comercio, con el apoyo del entonces superintendente J. J. Marthans. Mi idea era venderlo. Y sigo pensando lo mismo. Pero a los militares no les gustaba la idea. Y fueron a arremeter contra mí al renovado Ministerio de Economía. Esa vez PPK cedió con Fernando Zavala de viceministro. No me ratificaron en el nuevo Banco de Comercio y la verdad es que me disgusté. Pero PPK me hizo saber que así era la política. Luego, a manera de disculpas, me pidió que lo apoye en el directorio de Osiptel. Acepté sin rencores. Y estuve ahí un par de años. Y ya como primer ministro me propuso continuar. Pero Toledo prefirió dejar el cargo vacío a poner a alguien ajeno a la chakana.

No recuerdo haber visto a PPK durante el segundo gobierno de Alan García; hasta el final, cuando empezamos a calentar para las elecciones de 2011. Aquella vez, Lourdes Flores me calentó la cabeza para intentar nada menos que postular a la presidencia por el PPC, cosa que se encargó de evitar Raúl Castro, que quería —como hace poco— aliarse con el Apra, con Castañeda o con el diablo “para no perder la inscripción” (miserias de la política). A través de una conocida ex banquera, esa vez PPK me ofreció ir como vicepresidente con él. Cometí el error de no aceptar y terminé postulando sin éxito en su lista para el Congreso. Aun creo que sin mi movida en contra de la alianza con Castañeda, al PPC le hubiese ido tan mal aquella vez, como ahora, y PPK no hubiese sido candidato.

Hacer campaña con PPK en el 2011 me permitió conocer al personaje en su talante campechano, buen profesional y mejor persona. Llegó a proponerme liderar el Plan de Gobierno, cosa que no pude ante la arremetida del PPC en la campaña y la poca disposición de mis amigos a entrar en política.

Aquella vez observé una vez más cómo se maneja PPK políticamente. Seamos claros: a veces se deja influenciar por gente que no agrega valor y, lamentablemente, da crédito a chismes y toma decisiones en forma apresurada. De ahí el temor actual, de muchos que lo apreciamos, de que no sea capaz de mantener a raya a los lobbies y que ceda a las ambiciones políticas mezquinas.

Esta vez desde lejos hemos observado cómo ha logrado, no sin algunas dosis de suerte, el sueño de su vida profesional: ser presidente del Perú. Sobre el papel es, sin duda, el presidente más preparado que ha tenido el país en su historia republicana. Nos toca pues apoyarlo, como compatriotas, como amigos ¡Buena suerte @ppkaamigo!

 
Por: Daniel Córdova
Daniel Córdova
27 de julio del 2016

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