María Cecilia Villegas

Batallas que valen la pena

Batallas que valen la pena
María Cecilia Villegas
23 de febrero del 2017

Los grandes cambios requieren de grandes hombres y mujeres

¿Cuánto sentimos los ciudadanos que podemos ser escuchados por el Estado? ¿Cuánto creemos que el Estado será capaz de resolver los problemas que enfrentamos y satisfacer nuestras necesidades? ¿Cuánto confiamos en la capacidad de nuestros líderes para conducir al Perú al desarrollo?

Una de las condiciones de la gobernabilidad, es la confianza que tengan los ciudadanos en el Estado y el gobierno. Latinoamérica es la región más desconfiada del mundo, y el Perú lo es particularmente. Los peruanos no solo no confiamos en el Estado, sino que tampoco confiamos en los demás ciudadanos.

La confianza entre una persona y otra se basa en la creencia de que existen reglas comunes para todos y que son respetadas, incluso cuando nadie está mirando. La igualdad ante la ley es un principio fundamental en un estado de derecho, pero que en el caso peruano —si bien está reconocido por la constitución política— no se traslada a la realidad. Y no lo hace porque en el Perú aún mantenemos instituciones personalistas y cerradas que otorgan privilegios a unos cuantos en desmedro de los demás ciudadanos y de la sociedad.

La falta de confianza en el Estado y en nuestros pares nos lleva a recurrir constantemente a la violencia para resolver los problemas que surgen y ver satisfechas nuestras necesidades. Ello porque no hemos logrado que el acceso a las instituciones económicas, políticas y sociales sea abierto e impersonal.

Todos los ciudadanos de un país tienen necesidades e intereses que deben ser atendidos por el Estado. Las políticas públicas son diseñadas para atender estas necesidades, pero también para promover cambios de comportamiento con el fin de beneficiar a la sociedad. Un ejemplo de políticas que promueven el cambio de comportamiento es el de la tolerancia cero al alcohol en conductores. Luego de varios años de implementación efectiva —con sanciones para quienes no cumplían con la norma— el número de conductores que beben y deciden manejar se ha reducido considerablemente. Otro ejemplo son las colas en los paraderos del tren eléctrico y el metropolitano. Hace solo unos años era imposible creer que los peruanos harían colas para subirse a un bus. Este tipo de políticas tiene un impacto positivo en los usuarios del servicio y en toda la sociedad. Nos hace una sociedad más ordenada y nos acerca al desarrollo.

El enfoque de la equidad de género busca precisamente lograr un cambio de comportamiento en una sociedad machista en extremo, y en la que las mujeres aún no hemos logrado la igualdad en el acceso a oportunidades. En la que las poblaciones LGBTI no pueden moverse libremente sin ser discriminadas y violentadas.

Si bien los partidos políticos buscan ganar elecciones y por ello defienden los intereses de sus electores, ¿cuánto deben los partidos promover intereses particulares y políticas que benefician a unos en desmedro de otros y del bien común? ¿Cuánto la mayoría tiene que limitar los derechos de las minorías? Porque eso es precisamente lo que está haciendo el fujimorismo cuando promueve los intereses de las iglesias evangélicas y su postura contra el enfoque de equidad de género en la educación, en el acceso a la salud y en el diseño de políticas públicas. Los partidos y sus líderes tienen la responsabilidad de llevar al país hacia el desarrollo. Promover valores retrógrados que atentan contra la igualdad ante la ley y el derecho de todos los ciudadanos a ser reconocidos no es el camino correcto. Los grandes cambios sociales requieren siempre de grandes hombres y mujeres con visión dispuestos a dar la batalla.

María Cecilia Villegas

 
María Cecilia Villegas
23 de febrero del 2017

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