Erick Flores

Bastiat y la petición de los productores de papa

Se estaría pervirtiendo la naturaleza de la ley

Bastiat y la petición de los productores de papa
Erick Flores
23 de enero del 2018

 

Frederic Bastiat, nacido en el sur de Francia a inicios del siglo XIX, fue uno de los más notables representantes del liberalismo. Su habilidad para transmitir el conocimiento económico y político en forma clara y sencilla le valió la fama que hoy le reconocemos todos los que, en mayor o menor medida, defendemos la filosofía de la libertad. Entre sus trabajos más representativos figuran interesantes reflexiones sobre el Estado, la ley y la economía, en los que desbarata una serie de mitos largamente extendidos en la sociedad.

Pese a que han pasado más de doscientos años, las ideas de Bastiat son indispensables para comprender el tenso escenario político que hoy se presenta en nuestro país: la convulsión que se manifiesta a través del reclamo de los productores de papa tiene una explicación económica bastante sencilla de entender. Sin embargo no todos están en condiciones de comprender cómo funciona el mercado y las consecuencias que pueden generar ciertas decisiones. Si bien es cierto que el campesino que se dedica exclusivamente al cultivo de la papa no tiene la obligación de conocer las reflexiones de Bastiat, mucho menos de comprender la dinámica del mercado, sí todos los demás; particularmente los que servimos de medio para mejorar el entendimiento sobre estos temas.

Sobre lo que nos ha traído hasta aquí, ya se ha hablado bastante. Mucha gente ha escrito sobre el tema y resultaría redundante hacer un recuento de todas las variables que el problema presenta, desde una notoria sobreproducción de papa, hasta el argumento cuestionable de la excesiva importación del tubérculo. Entonces, ya entrando en materia, un problema mucho mayor, radica en las exigencias de los productores de papa. Entre las cosas que demandan los gremios del sector podemos encontrar un denominador común, y es que cada una de las exigencias implica la intervención del Estado en el mercado, ya sea en forma subsidiaria (asumiendo el costo de las pérdidas e indemnizando a los productores) o estableciendo medidas de protección que favorezcan a la producción nacional frente a la competencia.

Los productores de papa, exigiendo que el Estado los proteja de la competencia, son los fabricantes de velas que, en la famosa sátira de Bastiat, en el séptimo capítulo de sus Sofismas económicos, exigen la protección de la monarquía de Julio frente a la competencia desleal y agresiva del sol. Ante semejante escenario, los fabricantes de velas, con argumentos muy creativos, solicitaban a la cámara de diputados que —a través de una ley— se ordene el cierre de puertas, ventanas y todo orificio por donde la luz del sol tiene la mala costumbre de entrar, con el único objetivo de estimular la industria de la luz en Francia. Lo que no es otra cosa que un privilegio otorgado por el Estado; en este caso, por la monarquía.

Como podemos apreciar, la petición de los fabricantes de velas y la huelga de los productores de papa no solo no tienen un fundamento razonable, sino que si la solución pasa por aceptar las exigencias que demandan, se estaría pervirtiendo la naturaleza de la ley. Una ley que —también en palabras de Bastiat— ya no sería el refugio del oprimido frente a la arbitrariedad del poder político, sino que se convertiría en una extensión de ese poder. Y no solo se trata de trastocar la función de la institución de la ley, las consecuencias pueden ser mucho más peligrosas todavía. En algún momento ya no será la papa, será la zanahoria, luego el arroz, luego el trigo, las naranjas y un largo etcétera. Y si en cada caso la solución solo consiste en que el Estado cumpla con las exigencias de los productores, habremos llegado al triste escenario que Bastiat advertía en su célebre ensayo El Estado: “El Estado es aquella gran ficción a través de la cual todos buscan vivir a expensas del resto”.

 

Erick Flores
23 de enero del 2018

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