Manuel Erausquin

Basta de ser una jungla

Basta de ser una jungla
Manuel Erausquin
08 de octubre del 2014
Todo está consumado: Ahora Castañeda debe ordenar Lima y darle más seguridad

Los disparos a quemarropa nunca faltan en temporada de elecciones: “roba pero hace obra”, frase que estigmatizó al alcalde electo de Lima. La burgomaestre Villarán no se quedó atrás, proyectiles de alto nivel explosivo impactaron en su gestión calificándola de poco eficiente o simplemente de inútil. Los demás candidatos también tuvieron oportunidad de ser zarandeados, pero en política es predecible este tipo de avatares. Sin embargo, la campaña ha terminado. Los ataques  teledirigidos deben ser  reservados para otra oportunidad. Ahora Lima espera con impaciencia: necesita saber que sus problemas tienen una solución. La calidad del transporte público es la gran deuda pendiente con el vecino limeño: las combis asesinas deben morir.

Y esto no es broma, estas combis han logrado convertir en una selva las pistas de la ciudad. Atropellan y matan con absoluta impunidad. Empresas fantasmas que no tienen un rostro, un responsable. Y la idea de la jungla se apodera de los pensamientos de uno: Lima territorio de depredadores y delincuentes. Semejante sensación puede ser desterrada, pero para hacerlo se va a necesitar mucho coraje. No será fácil enfrentar a las mafias de los transportistas que se resisten a trabajar de forma decente. Es cierto que Susana Villarán se va sin pena ni gloria, pero intentó enderezar las líneas torcidas de la informalidad. Castañeda está obligado a insistir con vigor y determinación. La ciudad le ha otorgado la confianza otra vez a Castañeda Lossio. No importó Comunicore, tampoco su papel de hombre orquesta en el proceso de la revocatoria. Lo que ha importado es la proyección de imagen, la percepción del gestor exitoso, el hombre que no habla, pero actúa y hace obra. Con Susana Villarán no existe esta asociación, pues en ella el estigma de lo fallido la ha perseguido a lo largo de estos cuatro años. Una pena, porque sí tuvo las intenciones de empezar un cambio que favorezca la calidad de vida de los limeños. Pero no alcanzó y no quiso entender que había gente de su entorno que no tenía la más mínima idea de lo que hacía. Su terquedad fue su talón de Aquiles y su espada de Damocles el corredor azul. Una proyecto hecho a la prepo y sin consideración por el ciudadano de a pie. Las consecuencias se vieron en las urnas. Todo está consumado, Castañeda vuelve al sillón municipal y tiene la obligación de corregir lo necesario y de llevar a cabo iniciativas que contribuyan de forma determinante a un cambio en la ciudad: Lima quiere dejar de ser una jungla. Lima no quiere un tráfico infernal, tampoco ambulantes en las calles. La capital exige mayor seguridad, la delincuencia nos atemoriza y nos agobia. Las respuestas tienen que llegar. Dicen que todos los caminos conducen a Roma, pero nosotros nos conformamos con llegar a nuestro destino. Castañeda debe saberlo. Además, tiene que ser consciente de que no habrá tiempo para planes fallidos. Ya no podrá seguir jugando al mudo. Ahora tiene que responder por Lima. Por Manuel Eráusquin 8 - oct - 2014  
Manuel Erausquin
08 de octubre del 2014

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