Guillermo Vidalón

Baraja, la justicia y la recaudación

Baraja, la justicia y la recaudación
Guillermo Vidalón
01 de abril del 2015

Sobre la autonomía de las instituciones encargadas de administrar justicia.

El Reino de Baraja atravesaba por una de sus mayores pesadillas. había arribado al poder el “Rey de Corazones”, muy altruista y generoso a los ojos del pueblo. Ofrecía programas de asistencia por doquier, todos subvencionados por el fruto de trabajo de sus súbditos más disciplinados. 

Sus consejeros económicos le habían indicado que los ingresos de la Corona debían mantener un equilibrio con relación a los gastos, sobre todo si quería evitar el recuerdo de la inflación ocasionada por sus antecesores pertenecientes al símbolo de “Corazones”. 

No obstante, el Rey era pródigo en sus desaciertos. El ritmo creciente de la economía se había estancado por los dubitativos actos de gobierno. Un día ofrecía respaldo a los súbditos dispuestos a arriesgar sus ahorros e invertirlos en proyectos de desarrollo. Otro día reculaba porque alguien perturbaba sus oídos y los llenaba de temores socio-ambientales, dudas que eran aprovechadas por sus anteriores ministros y asesores. En medio de este panorama, las cotizaciones de los productos de exportación de Baraja seguían cayendo. 

El Rey en su soledad parece no haberse informado que la felicidad del pueblo nace del trabajo que lo dignifica y, además, agrega virtudes cuando decide ahorrar para invertir y generar empleo y mayores oportunidades para el bienestar conjunto. Al parecer, tampoco se había enterado de que la historia del reino registra innumerables momentos en que bajo el lema “lo hago por el pueblo” se cometieron los más grandes estropicios, los cuales –finalmente- recayeron sobre los hombros del pueblo, que siempre paga los desaciertos políticos. 

A pesar de que el ritmo de crecimiento de la economía de Baraja descendía, la recaudación en el reino aumentaba. Los oidores del Rey le habían dicho que era posible lograr el equilibrio de la Caja de la Corona si se creaban más impuestos y “otros mecanismos de recaudación”. El Rey sorprendido preguntó, -¿Cuáles son esos?-. 

El oidor mayor respondió –“La Casa Real de Contribuciones y la de La Justicia del Rey”–. –“¿Pero, acaso no son instituciones autónomas?”, precisó el Rey. –“Majestad, efectivamente, pero ambas fueron creadas por la Corona y están al servicio de ella y no del reino.”-. El Rey festejó con una gran carcajada la ocurrencia del oidor, quien de inmediato se puso a trabajar. 

Convocó al Administrador de la Justicia y le dijo, “hay muchos reclamos por las multas y sanciones que estamos aplicando.  Necesitamos que los organismos de la Corona sirvan a la Corte”. Muy diligente el administrador convocó a todos sus jueces para peguntarles: “-¿Todos saben qué significa el Derecho a la Legítima Defensa y la justicia?”-. -“”, respondieron al unísono. –“Pues, ha llegado el momento de defender con justicia nuestros intereses en concordancia con los interés de la Corona”-. 

Los súbditos, al ver que sus reclamos no prosperaban, recurrieron a los abogados más diestros y apegados a lo que se indica en los reglamentos y leyes. Sus argumentos eran irrefutables. El administrador de las Arcas de la Corona expresó su preocupación ante el Director de Contribuciones, para apoyar al de Justicia.  Éste le transmitió calma y diseñó un plan, “estableceré un fondo de capacitación con valor de maestría y doctorado para todos los jueces. En adelante, ellos contarán con la experiencia y el conocimiento de Contribuciones para sustentar ‘imparcialmente’ sus decisiones a favor de la Corona, con la “explicación oficial” de cómo deben funcionar las reglas. De esta manera, incrementamos la recaudación y obtendremos mayores beneficios para todos… nosotros. ¿Me entendió?-, inquirió.  “Con ello, La Casa Real de La Justicia del Rey’ podrá modernizarse, y además, muchos magistrados podrán enseñar en universidades de la Corona y la rueda de la imparcialidad y justicia seguirá su curso.”   

-“¿Curso?”-, preguntó el Magistrado Mayor. 

-“¡Sí!, el de arrodillar a los súbditos del reino”-, replicó el Director de Contribuciones.   

Por: Guillermo Vidalón del Pino
01 - Abr - 2015  

Guillermo Vidalón
01 de abril del 2015

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