Atentos, ¡el terrorismo está vivo!

Se debe diseñar el marco legal que permita actuar preventivamente

Asistimos a una mutación calculada de las organizaciones terroristas peruanas, con la complicidad —cada vez más desembozada— de algunas personas y organizaciones visiblemente subordinadas a los objetivos del sátrapa titiritero de la isla y sus títeres llaneros. Es fácil comprobarlo por el fluido tráfico migratorio y las noticias de pesados maletines pre electorales, que la prensa no quiere recordar en inexplicable complicidad con el verdugo.

Uno de los efectos colaterales no deseados de la globalización es la expansión de las diversas modalidades de la actividad delictiva, a menudo conectada o relacionada a una matriz de origen. Adicionalmente, la expansión geográfica del accionar terrorista del radicalismo islámico no conoce fronteras. Lo que antes veíamos como un fenómeno lejano (erróneamente, pues hay evidencias de trasiego y actividad desde, por lo menos, finales de los ochenta), que se ve conocía solo a través de CNN, puede dar cualquier día sangrientas y desagradables sorpresas en cualquiera de nuestros países iberoamericanos. La realización de eventos como APEC trae abruptamente el riesgo a nuestro territorio. Evitar que se transforme en amenaza es tarea del gobierno.

Para complicar más el panorama, a diferencia de los ochenta y noventa, somos un destino que ha atraído y atrae muchos bienvenidos inmigrantes extranjeros, honestos la inmensa mayoría; pero que, como todo colectivo humano, conlleva una cuota de riesgo de maldad, sea como delincuencia común organizada, sea como terrorismo. Sumémosle ahora la facilidad de comunicarse por la red sin exponerse demasiado, tan distinta de lo que tuvieron a su alcance SL y el MRTA en los ochenta y noventa, y veremos que tan fácilmente pueden coordinar debajo de la línea de un radar, que además parece estar apagado.

Ni la inexperiencia política, ni las más genuinas muestras de ingenuidad angelical barranquino-oenegera, ni el limeñísimo “no va a pasar nada”, ni coquetear descaradamente con el enemigo (con evidente prematuro calculo electoral futuro), nos librarán de pasar como país una vez más por el infierno si no tomamos de una vez el toro por las astas. Ya Sendero nos tomó una vez legal y estratégicamente desarmados; tardamos demasiado en reaccionar, se añadió el MRTA y el costo en vidas humanas, dinero y atraso de infraestructura fue tan alto que hasta hoy duele.

Toca empezar a diseñar las normas legales necesarias para combatir al terrorismo. Es imprescindible que el gobierno peruano diseñe el marco legal que le permita actuar preventivamente, para lo cual podría ser ayudado por los gobiernos amigos que ya experimentan el problema en carne propia. Respetando la idea originaria de las garantías constitucionales, debe construirse una estructura legal que permita identificar y penalizar tempranamente la sola pertenencia a organizaciones que realicen o hayan realizado actividades terroristas, el listado podría estar integrado por Sendero Luminoso, el MRTA y las organizaciones que han utilizado el terrorismo como táctica en el ámbito latinoamericano, y por las entidades calificadas como terroristas por la ONU.

Además es necesario adecuar el marco legal penal a las formas organizacionales que asume el terrorismo contemporáneo, incluyendo sus órganos de recaudación de fondos, órganos de propaganda y apoyo logístico. Conjuntamente con el diseño de un buen marco legal (ya que por principio la ley no es retroactiva), es necesario enfocar una parte de nuestros esfuerzos nacionales de inteligencia, defensa y seguridad hacia la investigación y el diseño de escenarios. Solo así podremos desarrollar (esta vez sí a tiempo) estrategias exitosas adecuadas, antes que el precio en sangre peruana sea muy alto.

Dardo López Dolz