Guillermo Vidalón

Atentado contra la vida y la dignidad

Sobre la propuesta del congresista Rogelio Tucto

Atentado contra la vida y la dignidad
Guillermo Vidalón
04 de abril del 2018

 

¿Se puede hablar de reconciliación respecto de alguien que atentó contra la vida y la dignidad de miles de personas? ¿O se trata de identificación ideológica con el pensamiento subversivo lo manifestado por el congresista Rogelio Tucto, del Frente Amplio? Efectivamente, el parlamentario ha planteado indultar al líder senderista bajo la justificación de “llegar a una reconciliación”.

Olvida Tucto, el militante de izquierda, que las acciones subversivas fueron premeditadas y llevadas a cabo con alevosía y ventaja en contra principalmente de humildes ciudadanos del Ande, de autoridades desprotegidas, de miembros de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas, de sindicalistas, de dirigentes de organizaciones populares. Todos ellos podían tener un punto de vista discordante con el mayoritariamente imperante, pero nunca promovieron la violación de los Derechos Humanos y menos el asesinato de las personas.

Olvida Tucto, el militante de izquierda, que la reconciliación implica el reconocimiento de los hechos cometidos por los subversivos, así como un acto de contrición respecto de los delitos cometidos. Pero sucede todo lo contrario: no hemos visto arrepentimiento alguno en sus líderes. Se saben derrotados militarmente, pero continúan difundiendo y pregonando su ideología. El Sr. Tucto no se ha preguntado ¿por qué?

Olvida Tucto, el militante de izquierda, que la vida permite el ejercicio de la dignidad y que la subversión humilló, torturó y, finalmente, asesinó a quienes no compartían ni su forma de pensamiento ni su accionar.

Congresista Tucto, la justificación que hacen algunos subversivos (o simpatizantes) de su forma de pensar fue, es y siempre será errada. Argumentar que buscaban un fin superior más allá de los métodos empleados es una contradicción. El Papa Juan Pablo II, en su carta encíclica Veritatis Esplendor (2005) expresó: “No es lícito hacer el mal para lograr el bien”. El sujeto que ocasiona el mal trastoca para sí mismo su escala de valores en el proceso de un accionar que se convierte en cotidiano.

Olvida Tucto, el militante de izquierda, que la subversión asesinaba a los rendidos con un tiro de gracia. Olvida también que en el escenario generado por la subversión muchos pacíficos ciudadanos y miembros de las Fuerzas Armadas y policiales recibieron el encargo de enfrentarlos, afectando tanto su integridad física como su psiquis. ¿O alguien considera que nuestros uniformados no fueron afectados por lo sucedido?

Congresista Tucto, la vida y la dignidad son bienes tutelados por el estado de derecho, y quienes atentan contra ellos son legítimamente sancionados. Si alguien antepone algunos de los dos bienes tutelados es una decisión personalísima, como pudiese ser el optar por la eutanasia, en donde se encuentre jurídicamente reconocida. Pero nadie puede “encargar la reivindicación colectiva de la dignidad” poniendo en riesgo la vida de sus militantes, que es precisamente lo que hacían los líderes subversivos. Ellos preservaron sus propias vidas y sacrificaron la vida de muchos jóvenes a quienes convirtieron en instrumentos de sus designios, engañándolos bajo intangibles discursivos sobre la “revolución”, el “socialismo” y el “comunismo”.

El intangible “reconciliación”, aplicado a un no arrepentido, representa un riesgo potencial para la vida de la presente y las futuras generaciones. Y es, en sí mismo, indigno.

 

Guillermo Vidalón
04 de abril del 2018

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