Eduardo Zapata

Así no, doctor Vexler

Problemas en el sector educación al inicio del año escolar

Así no, doctor Vexler
Eduardo Zapata
01 de marzo del 2018

 

Estos meses de matrícula escolar e inicio de clases nos vuelven a poner en primer plano la realidad real de nuestra educación y la realidad fabulada por la prensa y las autoridades del sector en torno al hecho educativo. “Enternecedoras” tomas de niños que lloran al despedirse de sus madres, rostros alegres de estudiantes que vuelven a la escuela, afables maestros que sonríen a las cámaras de televisión. Todo ello acompañado por sesudos informes tradicionales sobre la “ampliación de la cobertura educativa”, las “innovaciones pedagógicas” y —cómo no— la optimización del gasto presupuestal asignado al sector.

Claro que la prensa opositora al Gobierno aprovechará para subrayar otros aspectos que lamentablemente constituyen parte de la realidad real. Las colas para obtener un cupo en una escuela, los altos costos de inscripción y matrícula en entidades privadas, la miseria de la infraestructura educativa y —digámoslo con claridad aunque no se suela destacar— la pobre formación de muchos maestros a los que entregaremos a nuestros niños y jóvenes.

El señor Vexler ha cumplido con su promesa de activar plazas dentro de la carrera magisterial. Eso es valioso porque alimenta la meritocracia. También el señor Vexler ha activado programas como el de tutoría, que habían sido dejados de lado. Y ha sostenido diálogos con padres de familia y dirigentes sindicales.

Ya habíamos señalado en una nota anterior que emprender reformas en el sector educación o llevar adelante una nueva iniciativa resulta difícil para cualquier ministro, por la excesiva (y no siempre calificada) burocracia en el Minedu. Sin embargo, el señor ministro —antes de asumir el cargo— había subrayado la imperiosidad de una urgencia crucial: consensuar la reforma del currículo nacional con todos los actores educativos y validarlo en escrupulosa experiencia piloto. Cierto es que el tiempo ha sido corto, pero parece no haberse dado los pasos políticos para lograrlo.

En un artículo titulado “El alumno mirando a la nada” decíamos: “… no se trata de democratizar una educación frustrante y generadora de desilusiones, sino que resulta imperioso dotar a nuestros estudiantes de las armas necesarias para hacer frente al mundo actual que los rodea, hacer frente a situaciones cambiantes y tener la capacidad de reinventarse permanentemente. La cultura electronal en la que vivimos —basada en el imperio de las computadoras— nos enfrenta a la biotecnología, nanotecnología, robótica e inteligencia artificial. Es imperioso que el nuevo currículo nacional dote a nuestros estudiantes de las herramientas concretas y operativas para comprender ese mundo y hacerlo suyo”.

Y un consejo para su imagen pública, señor ministro, aunque no tenga que ver con el tema escolar, sino con el universitario. No es conveniente para usted —y menos para el país— incorporar a personas vinculadas al autor de la célebre frase “no es plagio, es copia”. Tiene usted ya un problema con la Sunedu. Menos conveniente es reunirse fuera de las oficinas del Ministerio con el propio autor de la frase. La inescrupulosidad en autorías intelectuales no es precisamente un buen referente para la educación.

 

Eduardo Zapata
01 de marzo del 2018

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