Dante Bobadilla

Asalto al tren del Estado

Asalto al tren del Estado
Dante Bobadilla
15 de septiembre del 2016

¿Debe el Estado financiar a los partidos políticos?

En otra muestra de la frescura con que en este país tienden a meter la mano en las arcas públicas, se ha decidido que el Estado financie a los partidos políticos, siempre bajo la guía del pensamiento mágico de que el Estado es la cura de todos los males. Ahora financiaremos las combis electorales, vientres de alquiler y clubes de amigos que se forman cada cinco años para probar suerte en las elecciones. Esto es algo que debería indignarnos y movilizar protestas; pero no pasa nada, a nadie le importa. Meter la mano en los fondos públicos con cualquier pretexto conmovedor ya es un deporte nacional. Lo que tenemos ahora es un programa social para trepadores políticos con el cuento del “fortalecimiento” de la democracia”.

El partido Aprista, el único que merece tal denominación, ha sobrevivido por más de ochenta años sin necesidad de financiamiento público. ¿Cómo lo ha hecho? Simple: tiene todo lo que necesita un verdadero partido: ideario político, líderes comprometidos, mística, organización y militancia. El partido Aprista ha contado con diarios y revistas, ha publicado libros, organiza eventos y está presente en las universidades. Incluso ofrece diversos servicios a la comunidad a precios muy bajos, y todo lo ha hecho siempre sin ninguna necesidad de financiamiento público. ¿Por qué entonces habría que financiar a las agrupaciones ineficientes e incapaces de tener su propia organización partidaria? No entiendo. Es un premio a la ineptitud.

Los argumentos planteados para semejante despropósito se tambalean entre lo ridículo y lo absurdo. Por ejemplo, arguyen que el dinero público —por algún poder mágico— evitará que el narcotráfico se infiltre en la política. Ja, ja, ja. No puedo evitar reírme. Y decir que fortalecerá a los partidos no pasa de ser otro chiste. No se puede fortalecer lo que no existe. Por mucho dinero público que le arrojen al club de amigos de PPK, este grupito desaparecerá al final de su gobierno —si no lo hace antes—, como ocurrió con la pyme familiar de los Humala-Heredia o la combi de Toledo; porque nunca fueron partidos, sino simples combis electorales repletas de trepadores al paso. La ONPE los inscribe en su padrón porque carece de criterio para discernir qué es un partido político y porque el papel aguanta todo.

Paradójicamente los primeros en saltar estirando la mano han sido los del PPC. Un partido al que nunca le ha faltado dinero, obviamente, pero que languidece por sus incoherencias internas que lo han llevado a coquetear con medio mundo, incluyendo la izquierda. No olvidemos el apoyo entusiasta de Lourdes Flores a Susana Villarán, su verdugo electoral; o su homenaje a Javier Diez Canseco, y la ministra Marisol Pérez Tello pidiendo perdón en el “Ojo que llora”. Yo no le daría un sol de mi bolsillo a ese partido.

Y este es un buen punto: ¿por qué los ciudadanos debemos financiar a grupos electorales con los que no somos afines? ¿Por qué mi dinero tiene que terminar en las cuentas del Frente Amplio si yo no votaría por ellos ni drogado? Si la gente quiere financiar a un partido, que vaya voluntariamente a entregarle su dinero, como lo hacen cuando Fuerza Popular organiza un evento pagado. ¿Por qué el Estado se inmiscuye para subsanar la displicencia de otros? ¿Por qué este afán de malgastar los fondos públicos en fantasías ridículas? Hay hospitales que no tienen presupuesto para rayos X, y le están regalando dinero a los políticos. No me vengan con el cuento de que se “fortalecerá” a los partidos. ¡Por favor! No me chupo el dedo.

El dinero para alquilar locales será un gran negocio, sin duda, y cualquier cosa pasará como capacitación de militantes. Es la forma más absurda de desperdiciar dinero público en sueños de opio. La Ley de Partidos Políticos probó ya ser un completo fracaso y lo único que deberían hacer es derogarla y punto. Lo que no nace no crece, aunque lo rieguen con plata del Estado. Estamos hasta el cuello de estas leyes líricas que solo le arrojan dinero público a todos los problemas. ¡Hasta cuándo!

 

Dante Bobadilla

 
Dante Bobadilla
15 de septiembre del 2016

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