Rocío Valverde

Amistades peligrosas

¿Acaso la agresividad de un perro es cuestión de raza?

Amistades peligrosas
Rocío Valverde
10 de abril del 2017

¿Acaso la agresividad de un perro es cuestión de raza?

Hace dos semanas salí temprano del trabajo porque con la llegada de la primavera llegaron mis alergias. Con los ojos lagrimosos y un dolor de cabeza diabólico me arrastraba desde la estación de tren hasta mi casa. En el camino encontré a muchos escolares, niños en bicicletas que se perdían en el horizonte. Mientras me detenía de rato en rato para estornudar y recuperar el aliento en esta ciudad donde todo es una colina sentí algo peludo rozarme la pantorrilla. Era un perrito sin correa. En esta ciudad ver a un perro andando sin correa es como avistar un ovni, por lo que de inmediato pensé que el oxigeno no me estaba llegando al cerebro o tenía delirios febriles.

Seguí andando porque pensé que seguramente su dueño estaría yendo a paso más lento, pues pocas personas podrían ser rival para los músculos de este macetudo perro. Ande unos diez minutos más y antes de girar en la avenida eché la mirada hacia atrás para asegurarme de que el dueño estuviera cerca. El perrito seguía solo oliendo todo, se detenía en cada pequeño parche de hierba, retrocedía un poco y volvía a avanzar. Me quedé un rato esperando ver al dueño. Diez minutos pasaron y nada. El perrito esta vez se había metido bajo un coche. Llamé al número de urgencias porque, claro, ¿qué haces cuando ves un perro sin dueño? ¿Bomberos, ambulancia, policía o RSPCA?

“Hola, policía. Hay un perrito sin dueño aparente en la calle Sin Número. Creo que se ha perdido pues está oliendo todo y me ha seguido por unos quince minutos. Parece perdido. Tiene un collar rojo, se ve que es joven y es un pitbull, pero no sé cual. Lo siento, no sé mucho de perros”.

En este momento el tono de la conversación cambió. No tenía claro qué palabra había disparado la alarma, pero de repente la policía quería saber exactamente dónde estaba, si el perro parecía agresivo, si estaba segura de que era un pitbull, si me podía acercar, etc. Pues claro que me podía acercar, pero cuando llamé al perro se echó a correr y se metió entre las barras de los jardines de una casa con dirección a una avenida muy movida de la ciudad. La policía me dijo que enviaría a alguien y darían la voz de alerta. ¿Alerta? Igual mi acento, mi gangosa voz, o los mocos que bloqueaban mi nariz les habían hecho malinterpretar lo dicho. Así que ingenuamente, al llegar a casa, les mandé tuits con lo que había dicho por teléfono.

Unas semanas después vi que Sir Patrick Stewart había publicado en sus redes sociales la primera de muchas fotografías con un pitbull que había acogido en su casa. Todos sus seguidores dábamos por hecho que este era un foster fail, y la perrita sería adoptada. Hoy me entero de que esta historia no tendrá secuela. El actor no puede adoptarla pues vive parte del año en el Reino Unido donde existe la “legislación de perros peligrosos”.

Yo no estaba enterada de que en este país está prohibido tener, criar, vender, regalar o intercambiar pitbull terrier, dogo argentino, tosa inu, fila brasileiro. También está prohibido abandonar a un perro de las mencionadas razas. Esta acta dictamina que la policía puede confiscar a un perro si tiene sospecha acerca de su raza. Luego se pasa a hacerle exámenes y finalmente deciden si el perro es libre de volver con su dueño, se le da en acogida o el perro es sacrificado o “destruido”, que es la palabra que en realidad utilizan. No importa el carácter del perro ni sus antecedentes, si pertenece a la lista de la pena de muerte.

En muchos países, incluido este, los pitbulls tienen una mala reputación por ser utilizados en peleas clandestinas, torturados para atacar o usados como medio para amedrentar por su musculatura. ¿Pero acaso la agresividad es una cuestión de raza? ¿No conocemos todos al menos a un chucho de falda con humor de perros? El caso de Sir Patrick Stewart ha hecho que se discuta una vez más esta ley desfasada. El título de “mejor amigo del hombre” se vuelve a poner en tela de juicio.

 

Rocío Valverde

Rocío Valverde
10 de abril del 2017

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