Javier Agreda

Alfredo Bryce cuentista

Alfredo Bryce cuentista
Javier Agreda
24 de abril del 2015

A propósito del valioso aporte de la narrativa del escritor limeño al cuento peruano.

Los recientes escándalos por supuestos plagios periodísticos de Alfredo Bryce Echenique (Lima, 1939) han devaluado bastante su obra literaria ante los lectores y la crítica. Pero no se puede olvidar la importancia que tuvo su narrativa, especialmente su primera novela Un mundo para Julius (1970). Tampoco su aporte al cuento peruano, pues Bryce es uno de los pocos autores de “libros de cuentos” (y no sólo de cuentos ocasionales) en los que explora ambientes y temas específicos. En estos días, la Editorial Peisa acaba de reeditar los dos mejores libros de cuentos de Bryce: Huerto cerrado (1968) y La felicidad ja ja (1974)

Finalista en el concurso Casa de las Américas en 1968, Huerto cerrado está escrito, según ha reconocido el propio autor, bajo la influencia de los cuentos de Julio Cortázar. Los doce relatos están estructurados en base a un personaje común: Manolo, un muchacho de clase alta al que le toca vivir el triste proceso de la decadencia familiar. Los relatos nos muestran a Manolo en las diversas etapas de su aprendizaje social (su primer amor, su iniciación sexual, por ejemplo), un aprendizaje lleno de frustraciones y de fracasos.

Bryce aplica en estos relatos, con una maestría poco usual en un escritor debutante, la “regla de oro” del cuento, según Cortázar. Para el escritor argentino el cuento, como la fotografía debe “recortar un fragmento de la realidad fijándole determinados límites, pero de manera tal que ese recorte actúe como una explosión que abre de par en par una realidad mucho más amplia”. Y eso es precisamente lo que logran los mejores cuentos de Huerto cerrado (“Con Jimmy en Paracas”, “Yo soy el rey”, “Dos indios”), en los que tras las desventuras de Manolo el autor nos muestra toda la hipocresía y la complejidad de la sociedad limeña de los años sesenta.

La felicidad ja ja nos muestra a un escritor más maduro y diestro en el manejo de su propio arsenal de recursos expresivos. El humor, la exageración y la tendencia a la oralidad, que aparecen tímidamente en los primeros relatos, se han vuelto aquí elementos importantes y que ayudan a presentar toda la sensibilidad y vulnerabilidad de los personajes bryceanos. El predominio de los recursos mencionados, además de un mejor manejo del “tempo” narrativo, hace que estos cuentos resulten mucho más extensos que los anteriores —pero sin perder cohesión—, profundizando y ampliando así la temática de Huerto cerrado. El mayor dominio del arte narrativo en general, y del cuento en particular, da como resultado algunos de los mejores relatos escritos por Bryce: “Eisenhower y la Tiqui-tiqui-tin”, “Muerte de Sevilla en Madrid”, “Antes de la cita con los Linares” y, por supuesto “Baby Schiaffino”.

Pasarían doce años antes hasta la aparición del tercer libro de cuentos. Bryce acababa de publicar La vida exagerada de Martín Romaña (1981) y El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz (1985). Los cuentos de Magdalena Peruana (1986) pertenecen a la estética “Martín Romaña” y por eso participan de todas las características de las novelas mencionadas, lo que incluye abundantes digresiones, repeticiones formulares (típicas de la oralidad) relatos dentro de los relatos, etc. Todos estos mecanismos, que resultan tan eficaces en las novelas de Bryce, atentaron contra la intensidad de sus cuentos. Por eso consideramos a Huerto cerrado y La felicidad ja ja como lo mejor de la narrativa corta de Alfredo Bryce.

Por Javier Ágreda
24 -Abr - 2015  

Javier Agreda
24 de abril del 2015

NOTICIAS RELACIONADAS >

Centenario de Jorge Eduardo Eielson

Columnas

Centenario de Jorge Eduardo Eielson

Hace exactamente un siglo, el 13 de marzo de 1924, nació en Lim...

11 de abril
Peruvian fiction

Columnas

Peruvian fiction

Con La lealtad de los caníbales (Anagrama, 2024) Diego Trelles ...

05 de abril
En agosto nos vemos

Columnas

En agosto nos vemos

Diez años después de la muerte de Gabriel García ...

22 de marzo

COMENTARIOS