Giovanna Priale

Al machismo, con amor

Corrompe el alma de las mujeres que lo toleran

Al machismo, con amor
Giovanna Priale
07 de septiembre del 2018


Permítanme dedicar esta columna a una mujer que conozco y aprecio muchísimo.

Hace poco estuve en la casa de un querido amigo en Bogotá y compartí unas horas con su familia, tiempo suficiente para sentir el respeto y cariño con el que César trataba a su esposa y a su hija. Me hizo acordar mi infancia, porque yo era muy cercana a mi papá, éramos los mejores amigos. Él era quien me aconsejaba, me empujaba a siempre seguir adelante, pase lo que pase, y a sentirme fuerte y segura de mí misma.

Pero uno es joven y se equivoca, es parte del aprendizaje. Así que me casé, creyendo que había encontrado mi príncipe azul. Pero pasaron pocos meses y descubrí que lo mío no era servir a mi esposo mientras veía televisión; o hacerme cargo de todas las tareas de la crianza de mi pequeña hija, porque él tenía que trabajar.

Algo estaba mal, no me sentía satisfecha y menos aún valorada. Tenía miedo de divorciarme, pero sentía que estaba en mi casa con un extraño, un envalentonado, un hombre que se creía dueño de la verdad, porque así se crío. Pero un día me llené de fuerzas y le pedí que se vaya de mi casa.

Empecé con cierto miedo a retomar mi camino, mis clases en la universidad, mi diplomado y mis clases de danza, que tanto me gustaban. Lo cuento hoy y ahora porque sé que hay muchas mujeres pasando por situaciones complicadas, como las que yo enfrenté en su momento, y sé que a veces nos falta ese pedacito de determinación para recordar que valemos mucho, que somos bellas y que nos merecemos respeto, amor y devoción.

El camino está empedrado. Y a veces podemos sentir la tentación de quedarnos en la mitad porque creemos que es tarde, porque tenemos miedo de que el dinero no nos alcance para mantenernos o porque no queremos quedarnos solas. Y seguimos recorriendo nuestro camino a esa muerte en silencio.

Hay machismos que suenan y nos golpean como sociedad. Como los casos de los desquiciados que violan o matan, queman o envenenan a sus parejas. Pero hay machismos silenciosos, que corrompen el alma de la mujer que los tolera y que son crónicos y dolorosos. No solo porque golpean la fortaleza espiritual y moral de la persona que los padece, sino también porque arrastran a los hijos. Ellos son parte de ese mundo apagado, en el que los familiares, incluso los propios padres del agresor, se mantienen en un silencio cómplice, dizque orando para que el hombre cambie y deje de ser violento.

Quiero que sepas, si hoy estás leyendo estas líneas, que no estás sola. Es posible que nadie más que tú sepas por lo que estás pasando, pero te aseguro que no estás sola ni lo estarás. Sé que tienes miedo, pero es hora de liberarte y de salir a empezar de nuevo. Un mundo maravilloso, lleno de esperanza y de amor, te espera. Y una vez que cruces el puente, podrás ser nuevamente luz para tus hijos y para tu familia.

 

Giovanna Priale
07 de septiembre del 2018

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