Raúl Mendoza Cánepa

Ajedrez y política

Estrategias para ganar la partida del 2021

Ajedrez y política
Raúl Mendoza Cánepa
22 de mayo del 2017

Estrategias para ganar la partida del 2021

Desde el análisis, frío existen evidencias de que los sectores populares han sido capturados por el fujimorismo y de que existe un importante núcleo duro que votará por Keiko Fujimori en el 2021. Son precisamente aquellos sectores que la izquierda y el aprismo perdieron. Si el fujimorismo pretende arrasar, no solo debe continuar el proceso de giras y encuentros en las regiones, sino también posicionarse en aquellos lugares que históricamente votan por el “cambio radical”, como el sur andino. Allí, en su momento ganó el aprismo heterodoxo, ganó el toledismo transicional y luego el humalismo, como expresión de la transformación violenta. Ganar en esas zonas claves que se perdieron el 2016 supone concebir un discurso renovador. Sin embargo, ganar en el resto del país el 2021 debe llevar al fujimorismo hacia una suerte de corrida ligera hacia la centroderecha, aquella que se sintetizó en el discurso de Keiko Fujimori en Harvard. Esa corrida sutil no le hará perder las bases ya formadas ni las adhesiones firmes en los sectores A y B, menos aún su corriente conservadora. Desde el ajedrez, bien decía Aron Nimzowitch una frase aplicable a la política: “Una posición aplastante en el centro da derecho a atacar en cualquier ala”.

Este es un clima bipolar bastante parecido al de los años treinta, cuando el Perú parecía dividirse entre apristas y antiapristas. El siglo XXI es el del fujimorismo - antifujimorismo. Precisamente los enemigos del fujimorismo han tratado de llevar con artilugios esa bipolaridad hacia adentro de Fuerza Popular, alentando algunas actitudes disímiles. Si bien algunos creen que el “albertismo” es la corriente fundamental, es Keiko quien ha logrado refundar el fujimorismo, gestando un mando, uniendo, acercándose por milímetros a la presidencia el 2016 y posicionando su nombre entre los que ya tienen opción. Alberto Fujimori, aun si fuera excarcelado, es ya un hombre anciano que para los fujimoristas es el símbolo histórico y articulador (como para los pepecistas es Bedoya o Haya para los apristas), pero no podría ser el aspirante potencial. Desde el ajedrez, Steinitz decía, no obstante: “El rey es una pieza de pelea”. Kenji, por su lado, representa una versión que suma atrayendo a nuevos sectores. Su maduración podría significarle un papel fundamental el 2026.

Las corrientes naturales o criterios diferentes no deben implicar división; pero útil es atender a todas las fuerzas internas, en tanto ninguna debiera ser prescindible. Un representante provincial, por sus redes, puede ser clave para una victoria apretada el 2021. Las piezas pequeñas cuentan, tanto que pueden ser decisivas. Como en el ajedrez (Steinitz): “El peón es la causa más frecuente de la derrota”, “El peón es el más importante instrumento de la victoria”. Decía Paul Morphy: “Ayuda a tus piezas para que te ayuden”.

Hay quienes asumen que cualquier iniciativa hostil del fujimorismo contra el gobierno es sabotaje. Si bien no es prudente bloquear las iniciativas del adversario, sino cooperar con las políticas gubernamentales eficientes, es táctico aprovechar lo que se gana en la polémica legítima. Para ganar en el debate opositor hay que urdir la opción racional, crítica, lógica, colaborativa y fundada. El abuso brusco del poder mayoritario no ayudaría. Colabora también la paciencia, la que se hace desde pequeños gestos. Desde el ajedrez, Steinitz decía: “La acumulación de pequeñas ventajas lleva a una supremacía considerable”. No hay buena política sin la paciencia de abonar puntos y aprovechar sutilmente las oportunidades, pero hay que tener una inteligencia penetrante para ver lo sutil. Decía Tartakower, además, que “el vencedor es quien hace la siguiente jugada al último error”.

Los siete pecados capitales del ajedrez, según Tartakower, son superficialidad, voracidad, pusilanimidad, inconsecuencia, dilapidación del tiempo, excesivo amor a la paz, bloqueos innecesarios. El arte del buen gobierno supone solucionar los problemas de la gente. El arte de la política competitiva es ganar con perspicacia y paciencia. Lamentablemente “ganar” ha surtido a los políticos de manuales perversos para una democracia, como El príncipe de Maquiavelo. La buena política competitiva es percepción, conocimiento del adversario, capacidad de anticipar jugadas, agilidad para el posicionamiento y habilidad en el desplazamiento.

Dado que lo más saltante hoy es el fujimorismo (por protagónico), bien podría servir el consejo a todo partido que al 2021 sea expectante de la victoria. No en vano continuaremos el juego en alguna próxima partida.

 

Raúl Mendoza Cánepa

Raúl Mendoza Cánepa
22 de mayo del 2017

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