María Cecilia Villegas

Agua y saneamiento

Agua y saneamiento
María Cecilia Villegas
30 de marzo del 2017

Existe un vínculo directo entre la calidad del agua y la salud

El agua es el recurso más escaso del mundo y es considerada por el Banco Mundial como una prioridad para lograr acabar con la pobreza para el 2030. En el Perú 10.36 millones de personas no tienen acceso a agua potable. Si usted sufrió la falta de agua durante cuatro días en Lima como consecuencia de los huaicos (producto de las lluvias del Fenómeno de El Niño Costero), le tengo noticias: esa es la realidad en la que viven millones de peruanos.

En Apurímac el 94% de la población tiene acceso a agua por red pública, pero solo el 27% tiene acceso a agua potable. El 48% tiene acceso a red pública de alcantarillado, mientras que el 38% usa una letrina. En Cajamarca el 24% de la población tiene acceso a agua potable y el 43% a redes de alcantarillado. En Pasco, Amazonas y Huancavelica acceden a agua potable el 1.8%, 9.7% y 18.8% de la población respectivamente. Solo el 9% de la población rural tiene acceso a agua potable (INEI).

De acuerdo con diversos estudios, existe un vínculo directo entre la calidad del agua y la salud. La falta de acceso a agua potable y servicios de saneamiento es uno de los principales factores que contribuyen al retraso del crecimiento de los niños. La desnutrición y la anemia tienen un impacto negativo en el desarrollo cerebral de los niños, con consecuencias para el resto de sus vidas. Ello impedirá que puedan acceder a mejores oportunidades de puestos de trabajo e ingresos en el mercado laboral, lo que a su vez reduce sus posibilidades de escapar de las trampas de pobreza.

Son 6.25 millones de peruanos los que utilizan una letrina o pozo séptico, mientras que 2.84 millones no cuentan con servicios de saneamiento. Uno de los principales problemas de salud que enfrentan los niños peruanos es la desnutrición que afecta a uno de cada cuatro niños. En Huancavelica 42.6% de los niños menores de cinco años presentan desnutrición crónica, 35.6% en Cajamarca, 29% en Huánuco y 28% en Ayacucho (INEI 2015) . Por ello necesitamos intervenciones articuladas entre los distintos sectores. No basta un programa de nutrición si no hay acceso a agua potable y desagüe.

Dentro de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible, el número seis busca garantizar la disponibilidad de agua y saneamiento para todos. Pero en el Perú estamos bastante lejos de lograrlo. No solo porque de acuerdo a un estudio de la Universidad del Pacífico se necesita invertir más de US$ 12,000 millones hasta el 2021 para lograrlo, sino porque la inversión del dinero público no ha seguido las prioridades que marcan el interés público, con proyectos bien identificados, diseñados y ejecutados, y a costos competitivos, como sostiene Ricardo Lago. Y aquí es donde la corrupción nos comienza a desviar.

El Perú tiene la mayor disponibilidad de agua per cápita de Latinoamérica. Sin embargo, no hemos logrado que todos los peruanos tengan acceso a ella porque no hemos priorizado las inversiones necesarias. Nuestros gobernantes prefirieron realizar inversiones que hoy son cuestionadas por la celebración de adendas inmediatamente después de haber sido adjudicadas, y que beneficiaban exclusivamente a las empresas ganadoras en desmedro del Estado.

La debilidad institucional que nos afecta, y que se refleja en la captura de rentas por parte de grupos privilegiados con acceso al poder, hace que los proyectos se prioricen no en virtud de su rentabilidad económico-social. Quienes no tienen acceso a agua por red pública pagan hasta diez veces más por ella que quienes viven en una zona residencial. Una persona en San Isidro consume 24 veces más agua al día que un habitante de las zonas populares (Oxfam).

Lograr una sociedad con justicia y equidad requiere que todos los ciudadanos tengan acceso a los servicios básicos.

María Cecilia Villegas

María Cecilia Villegas
30 de marzo del 2017

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