¿Advertencia a PPK?

El equilibrio de poderes y el fantasma del autoritarismo

Luego de concluida la primera vuelta electoral, establecidos los que pasan a la segunda, surge la preocupación por el desbalance de poderes que podría producirse de alcanzar el fujimorismo la victoria el cinco de junio. Los derechistas neoliberales, ante el avance de una propuesta política como la que representaba Verónika Mendoza —que intentaba limitar el poder de las transnacionales extractivistas y establecer un Estado soberano para implementar un modelo alternativo que armonice bienestar material con una efectiva protección de derechos, cuidado del medio ambiente y mejore la recaudación— prefirieron apostar por el fujimorismo, antes que por el fortalecimiento de la institucionalidad democrática.

La campaña contra la izquierda, relacionándola con el “terrorismo” del siglo pasado, fue una desesperada jugada de la derecha que le dio resultado a medias. Si bien pudo darles una cierta tranquilidad para esta segunda vuelta, esta estrategia ha quedado desgastada para próximos procesos, ya que al 18% del electorado (que mayoritariamente está posicionado en la sierra sur) no podrán acusarlos de “terroristas. De hacerlo, la ruptura del Perú como Estado nación estaría a un paso.

Realmente se asustaron los neoliberales en las últimas semanas en la campaña, y por eso apoyaron a Keiko con todo, limpiándola de las vulneraciones que había cometido a la ley de partidos políticos. Sus “leguleyadas” sobre el evento de premiación de Factor K fueron avaladas por los miembros del JNE, mientras que los grandes medios le permitieron explicar sus débiles argumentos sin cuestionamientos. De muy distinta manera estos mismos medios trataron a Julio Guzmán y César Acuña, candidatos contra los que arremetieron para traerse abajo su popularidad.

Esta campaña de satanización contra Verónika Mendoza y la izquierda en general dejó claro que buena parte de la derecha, si se trata de eliminar a los opositores al extractivismo, recibiría con los brazos abiertos a la autocracia fujimorista, la dictadura fujimorista o el populismo fujimorista. ¿Y la democracia? ¿La pluralidad? ¿Las libertades políticas? Sí, pero siempre y cuando no exista la izquierda.

Un ejemplo de esta actitud es el planteamiento hecho por el señor Enrique Pasquel, en el diario El Comercio, de que PPK no debería cometer dos errores: pelearse con el fujimorismo ni casarse con la izquierda. Esto puede tomarse como una opinión del señor Pasquel, como la puede tener cualquier ciudadano. Pero él no es un ciudadano más, es el subdirector periodístico de El Comercio, diario cuyos dueños son uno de principales grupos empresariales familiares, que es también propietario de un gran conglomerado de medios (en especial escritos). En tal sentido, esa afirmación, más que una opinión, resulta una orientación ¿o quizá una advertencia?.

Ambos candidatos, dentro de sus estrategias mediáticas, requieren aparecer en los medios más importantes para transmitir sus propuestas a la mayoría de la población. Si PPK llegará a un acuerdo con la izquierda y se enfrentará al fujimorismo ¿tendría el mismo apoyo que ha recibido hasta ahora por parte de los grupos empresariales? Por lo pronto, ya se está generando una suma de opiniones de que no hay “capacidad de endose” y de que no es necesaria una alianza con la representación política de buena parte de los electores del sur del país.

Habría que recordarle a un importante sector de la derecha al filósofo Francés Montesquieu, su reflexión señaló que “el Estado debe ser concebido como unidad y debe garantizarse un equilibrio de poderes”. Desde el retorno de la democracia, a partir del 2001, de cierta forma se ha mantenido ese equilibrio político. De ganar Keiko Fujimori la presidencia, y con la mayoría absoluta del Congreso, se establecería un desbalance de poderes que siempre ha llevado al autoritarismo, tan corrosivo para la democracia, aunque tenga legitimación popular.

Marco Sipán