Adiós al patrón dólar

Rusia y China unidos desafían al mercado monetario global

China es el nuevo mejor amigo, el socio estratégico de Rusia en el tablero global. Acaban de firmar entre ellos, hace menos de una semana, en presencia de Xi Jinping y Vladimir Putin, un megacontrato de gas ruso para China por valor de 400 mil millones de dólares. Solo que, por primera vez en la historia, un contrato de esa magnitud no se pagaría en dólares, sino en yuanes.

Es más, todo el comercio bilateral entre ellos podría ser en lo sucesivo en yuanes y rublos (o en una nueva moneda global: el ryuan, una hipotética futura fusión del rublo y el yuan). En efecto, un segundo acuerdo en esa misma fecha fue para que los pagos se hagan en divisas nacionales. Putin ha confirmado oficialmente ante el Foro Económico Internacional de San Petersburgo que Rusia y China aumentarán progresivamente el papel de sus monedas en sus transacciones bilaterales.

La decisión desafía el orden establecido en el mercado monetario global desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, en Bretton Woods, que estableció el patrón-dólar en reemplazo del antiguo patrón-oro. Bretton Woods ató el valor del dólar al del oro (era quizás el contrapeso necesario del intervencionismo del Estado en las economías, propugnado por Keynes, que reinaría sobre el pensamiento económico de las siguientes décadas). Así, el oro –que había sido la estrella inmóvil, la idea pura platónica en el firmamento de la economía global del siglo XIX, que había hecho posible la globalización del capitalismo y el Imperio Británico- fue sustituido en 1946 por el dólar atado a una tasa fija: 35 dólares por onza de oro. Las demás monedas del planeta quedarían atadas al dólar al acordar los países mantener sus reservas en dólares.

La primera embestida contra el patrón dólar vino del propio gobierno de Estados Unidos, casi 30 años después. En 1973, el déficit fiscal causado por la guerra de Vitenam llevó a Richard Nixon a la decisión de romper la atadura del dólar al oro y dejarlo flotar libremente en el mercado. De un día al otro, la onza de oro pasó de 35 dólares a 70 dólares. Es decir, el dólar se devaluó a la mitad. El embargo petrolero fue la consecuencia, cuando los productores vieron que recibían la mitad por su petróleo y decidieron subir el precio cuatro veces.

Al quebrarse el vínculo del dólar con el oro, no se rompió en cambio la atadura de las demás monedas al dólar, que continuó. El dólar ha gobernado el mercado monetario global durante casi 70 años. Pero la onza de oro que entonces valía 35 dólares vale hoy 1,300 dólares (luego de haber llegado a 1,800 hace año y medio). China está reduciendo sus reservas de dólares y en bonos del Tesoro americano. Claramente, el patrón dólar ya es una ficción cada vez más difícil de sostener. El megacontrato chino-ruso es indicio de que el dólar podría dejar de ser la única moneda global del siglo XXI.

¿Cómo serán las guerras monetarias globales? Media docena de grandes potencias –incluida China- compran hoy masivamente recursos naturales en todo el planeta, en minería y pesca, especialmente. En el primer acto de imperialismo chino en la historia, China ha obligado a Glencore-Xstrata a venderle el megaproyecto minero peruano de Las Bambas en Apurímac a una empresa china. El negocio se cerró en Londres por una cifra que oficialmente alcanza los 5 mil millones de dólares.

Seis años después del colapso de la burbuja financiera global en 2008, una guerra económica parece estar librándose en la cancha de las economías reales por el control de los recursos naturales de todo el planeta para colocarlos en los grandes mercados globales de consumo, y no ya - o no solo ya - en la mesa de las economías virtuales del mercado financiero global. Quizás el músculo de la economía global real –no la virtual- vuelva a ser en el futuro el fundamento del valor monetario. Algo de eso avizoró Fernando Fuenzalida cuando hace 40 años dijo un día que el fundamento del valor ya no sería el trabajo -como en la teoría clásica que Marx hizo suya-, sino el mercado global de consumidores potenciales. La denominó teoría del valor-consumo.