Juan Sheput

Acuña, Guzmán y sus escuderos cómplices

Acuña, Guzmán y sus escuderos cómplices
Juan Sheput
23 de febrero del 2016

Inadmisibles defensas de los candidatos presidenciales

Una nueva denuncia se cierne sobre César Acuña. Ya no es lavado de activos, ni plagio ni copia. Se trata de la falsificación de una firma, la del secretario general de la Universidad César Vallejo, ocurrida como parte del control de daños respecto al plagio del libro del doctor Otoniel Alvarado. Parece que la misma ha hartado en algo a sus escuderos pero no tanto como para renunciar a acompañarlo en su aventura política.

La indignación tiene algunos límites: el de la remuneración o el interés político por una curul. Sin embargo es necesario precisar que lo de César Acuña no es nuevo. Las acusaciones se vierten sobre él desde hace años. Sin embargo un silencio cómplice se presentaba originado por la compra de conciencias que practicaba este señor. Son responsables, por tanto, de este deterioro todos aquellos que se negaron a ver lo evidente, que justificaron con su comentario hablado o escrito las tropelías que desde hace mucho tiempo César Acuña viene practicando.

Es seguro que lo mismo les pasará con Julio Guzmán. No ven su cercanía con el gobierno, sus limitaciones organizativas, su dependencia del poder económico más rancio. Tampoco que es producto del marketing más elemental, aquel que no sirve de nada ante las complicaciones políticas. Mucho menos ven las contradicciones, las mentiras o la sobreactuación. Nada de eso existe. Lo único que importa es que su presencia podría incomodar a alguno de los miembros de la llamada política tradicional. Es necesario precisar que pienso que si la persona que en estos momentos estuviera en segundo lugar y pudiera derrotar a Keiko Fujimori o PPK fuera César Acuña, los mismos que hoy defienden a Guzmán estarían justificando las tropelías de aquel que en estos días indignan.

Lo que vemos es el país. Un Perú que está muy lejos del desarrollo. Un lugar en donde el repudiado “Pepe El Vivo” ha devenido en referente social. Los defensores de Julio Guzmán no premian las excepciones que cumplen con la ley sino que saludan a aquellos que, “como los otros”, la incumplen. Todo un síntoma de deterioro nacional que lamentablemente tiene entre sus exponentes a catedráticos, periodistas y empresarios. Tratan de justificar el incumplimiento de la Ley apelando a la Constitución. Recurso simplón y facilista que de usarse como ellos lo usan serviría para justificar cualquier delito. Pero así estamos, en manos de la irresponsabilidad. Critican a Keiko Fujimori por sus usos antidemocráticos entre otras cosas. Sin embargo justifican a Julio Guzmán por usar a un partido vientre de alquiler a su antojo. Son, a su manera, protagonistas espléndidos de un país subdesarrollado muy lejos de la institucionalidad. Se pasan la vida criticando a los escuderos políticos dispuestos a defender lo indefendible y sin embargo practican lo mismo con similar entusiasmo. Tragicómico.

 

Juan Sheput

 
Juan Sheput
23 de febrero del 2016

NOTICIAS RELACIONADAS >

Defendiendo a Dina: la falacia ad hominem

Columnas

Defendiendo a Dina: la falacia ad hominem

Una falacia es simplemente un engaño, una mentira, una farsa. L...

05 de abril
Desorden gubernamental

Columnas

Desorden gubernamental

El espacio público conformado por medios de comunicación...

22 de marzo
El Congreso y su falta de legitimidad

Columnas

El Congreso y su falta de legitimidad

Las decisiones políticas, para ser aceptadas, requieren de legi...

15 de marzo

COMENTARIOS