Dante Bobadilla

Abuso y brutalidad policial

Abuso y brutalidad policial
Dante Bobadilla
14 de septiembre del 2017

Pisotean los derechos y libertades de los ciudadanos

En la misma semana en que se elogiaba la inteligencia policial, cientos de miles de ciudadanos fuimos víctimas de la brutalidad policial. Una vez más, la Policía Nacional del Perú causó un desmadre cerrando, en día laboral, dos vías tan fundamentales como las avenidas Javier Prado y Aviación, además de otras calles, afectando a ciudadanos de varios distritos que utilizan esas vías para llegar a sus destinos. Y como no es la primera vez que ocurre, y a nadie parece interesarle esta forma ya habitual de abuso y brutalidad policial, creo que es hora de denunciarlo.

El día martes todos los estudiantes de Surco y La Molina procedentes de distritos alejados llegaron una hora tarde a sus clases; y a la inversa, todos los que venían de esas zonas perdieron clases y citas médicas por el despelote de tránsito provocado por la Policía Nacional. Ya se les ha hecho costumbre causar estos descomunales estragos cada vez que hay una reunión de burócratas en el Centro de Convenciones de San Borja. Parece que la PNP es incapaz de brindar seguridad a un puñado de funcionarios sin cerrar media ciudad y perturbar la existencia de cientos de miles de ciudadanos y negocios que no tienen nada que ver con el evento, pero que acaban siendo víctimas de la incapacidad y brutalidad policial en su afán de dar seguridad.

Como ya es su costumbre, la Policía Nacional tuvo el cuajo de cerrar las vías principales de San Borja, aislando totalmente el Centro Comercial La Rambla y decenas de centros comerciales menores y negocios diversos de la Av. Aviación y Javier Prado, a lo largo de quince cuadras, incluyendo varios colegios e institutos en la zona. Además de anular la estación La Cultura del tren eléctrico. Y todo este despelote era para ofrecerle confort y seguridad a la cita de un grupo de burócratas anodinos del Comité Olímpico. ¿Es que se puede concebir mayor desfachatez policial?

Ya se imaginarán lo que significa desviar todo el tráfico de Aviación y Javier Prado en un día de semana hacía rutas menores del distrito. Es un pandemónium, incluso para los residentes de las Torres de San Borja y urbanizaciones aledañas, imposiblitados de entrar y salir libremente de su propia casa. Esto no puede continuar. No puede ser que estemos condenados a soportar estos atropellos cada vez que se reúnen en ese Centro de Convenciones. Si la Policía Nacional es incapaz de dar seguridad sin perturbar la paz de todo un distrito y de miles de ciudadanos de paso, pues que se lleven su Centro de Convenciones a la isla San Lorenzo.

Ni que se tratara de una cita del G20. El señor ministro del Interior debería tomar cartas en el asunto y exigir que se respete a los ciudadanos y se use más criterio antes de aprobar los despliegues policiales y estrategias de seguridad, cuidando —en primer lugar— de no atentar contra los derechos y libertades de los ciudadanos. Sin embargo, es obvio que a la Policía Nacional le tiene sin cuidado el ciudadano. Creen que pueden pasar por encima de sus derechos al libre tránsito y tranquilidad.

Lo más increíble y denigrante es que no hay autoridad que defienda al pueblo, que diga algo, que se pronuncie. Nada. El alcalde de San Borja es un cero a la izquierda. El Defensor del Pueblo no existe. La prensa anda ocupada en boberías. La Policía Nacional del Perú tiene así las manos libres para bloquear a su antojo calles y avenidas porque se sienten los dueños de la ciudad, como en los tiempos del terrorismo. La policía supone que está para garantizar la seguridad de los vecinos, no de burócratas que hoy parecen modernos reyezuelos, la aristocracia que mandonea a su gusto a la fuerza pública para regocijarse en su torre y sentirse distante de la plebe.

Es hora de que alguien haga algo para detener estos abusos policiales. Hoy nos bloquean más calles que en las épocas de los coches bomba. Es ridículo. Estamos en una republiqueta donde la Policía Nacional se siente facultada para pisotear impunemente los derechos y libertades de los ciudadanos a fin de facilitar su propio trabajo, y ofrecer comodidades a una burocracia dorada. Parece que la PNP está al servicio de una monarquía y no del pueblo. Un poco de ubicaína no les vendría mal.

Dante Bobadilla

 

Dante Bobadilla
14 de septiembre del 2017

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