Rocío Valverde

¿A quién pertenecen los objetos históricos?

¿A quién pertenecen los objetos históricos?
Rocío Valverde
20 de febrero del 2017

Es difícil imaginar el Museo Británico sin la Piedra de Rosetta

El sábado pasado me desperté tardísimo, alrededor de las diez de la mañana. Tenía legañas en los ojos y el cat-eye se había transformado en un panda-eye en un par de horas. En este estado entré a Twitter como siempre, a saber qué había ocurrido en las últimas diez horas. En esta red social sigo al museo The Wellcome Collection, que es uno de mis lugares favoritos de Londres por la forma en la que mezclan el arte y la ciencia. La fundación Wellcome fue creada por Sir Henry Wellcome, quien en vida fuera un farmacéutico aficionado a coleccionar objetos médicos y arqueológicos. Y una pequeña cosilla más es que este hombre también fue fundador de la farmacéutica Glaxo Wellcome, que luego daría lugar a la gigantesca GSK.

En el twitter de este museo leí un hashtag que decía: Descoloniza y humecta, #DecoloniseAndMoisturise, y preguntaban al público cuándo fue la última vez que se sintieron incómodos en un museo. Sería que me faltaban dos horas más de sueño porque esta pregunta es muy controversial y saca ampollas sobre todo sabiendo de antemano la historia de la colección y la historia del imperio Británico.

Hace unos meses una mujer me dijo que se sentía mal, incómoda y casi asqueada, al entrar a los museos porque todo había sido robado. Yo la verdad no le presté mucha atención porque esta persona es fan de Rousseff y Lula, y además tiene un tierno apodo para la Coca Cola, según las malas lenguas la llama "veneno del capitalismo". Créanme que ella es una bellísima persona, y sobre todo no me quiero quedar sin sus tartas ni dulces por si algún día mejora su español y lee esto; pero simplemente no somos políticamente compatibles. Sin embargo, sí entiendo que esta es una pregunta que está siendo debatida con más intensidad en los últimos años, y la conversación no ha hecho más que empezar.

El famoso caso de "Los mármoles de Elgin" —también conocido por los griegos como de los mármoles arrancados, serruchados y saqueados del Partenón por orden de Thomas Bruce y llevados en barco hasta Inglaterra— es el ejemplo perfecto para preguntarnos si moralmente es menester devolverlos a Grecia. Los mármoles se encuentran en el Museo Británico desde 1939 y son sin duda, junto a la Piedra de Rosetta —que tiene también tela para cortar—, uno de los pabellones más visitados del museo.

Grecia ha hecho público su pedido de repatriación de los mármoles de su cautiverio. Ojito a las palabras. El tiempo claramente no está a favor de Grecia, porque primero ya saben lo que le costó a India que los británicos se retirasen de su territorio; segundo, con el Brexit en camino, les quedan menos tribunales a los que puedan acudir; y tercero, y quizás lo más contundente, es que está creciendo el discurso que proclama que los museos no son los dueños, sino los guardianes de objetos que le pertenecen a la humanidad. La decrépita situación económica de Grecia no es sorpresa para ninguno, así como tampoco lo es su volátil ambiente político; y pocos son los que pueden olvidar las violentas protestas ocurridas hace unos años. ¿Deberían ir las piezas a lugares dónde la explosión de la violencia es inminente? ¿Qué hubiera ocurrido con el busto de Nefertiti si hubiera sido devuelto a Egipto hace unos años, cuando irrumpió el caos en el Cairo? ¿Alguna vez devolverá Gran Bretaña el diamante Kohinoor a la India?

En Perú los que tienen memoria se acordarán de que en el 2010, luego de mucha presión por parte del gobierno peruano, la universidad de Yale devolvió miles de objetos tomados por Hiram Bingham. Luego de hacerse los suecos por largo tiempo, y ampararse en vano en leguleyadas de 1911, la universidad devolvió las piezas diciendo claramente que esto no era un precedente, sino un caso especial, puesto las piezas estaban estrechamente vinculadas al Cusco; y que además en el futuro se construiría un museo en Cusco, donde los estudiosos de Machu Picchu podrían investigar los objetos. Esto era una muestra de buenas intenciones por parte de la universidad, nada que ver con que el presidente los llamara saqueadores de tesoros y encabezara una marcha incómoda para la universidad.

A pesar de analizar el caso griego y el peruano, la pregunta aún me resulta incómoda de responder. Me es difícil imaginar el Museo Británico sin la Piedra de Rosetta y los mármoles del Partenón. Pero también me es fácil entender el sentir de un griego o un egipcio al ver parte de su cultura distribuida por el mundo pues a los peruanos los huaqueros y los contrabandistas disfrazados de coleccionistas no nos son ajenos. Por cierto ¿qué pasó con Leonardo Patterson? ¿A alguien le interesa?

Termino de redactar este artículo con más preguntas que respuestas. He puesto mis dos centavos y espero que la conversación continúe.

Por: Rocío Valverde

Rocío Valverde
20 de febrero del 2017

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