A propósito de los acuerdos por la educación

Con el objetivo de “plantear la urgencia de mejorar la gestión educativa a través de la generación de propuestas de transformación de la estructura y gestión del sistema educativo, a nivel central, de instancias intermedias y de instituciones educativas (tanto básica como superior) para asegurar aprendizajes y servicios de calidad a los ciudadanos, con el compromiso de cada uno de los actores” se realizó hace pocos días la décima edición de CADE Educación, con el lema “Transformemos el sistema educativo ¡ya!”

Como en las previas de cualquier evento, se hicieron presentes en el escenario mediático opiniones diversas sobre el malestar educativo recordándonos, entre otras deficiencias, la importancia y necesidad de la descentralización educativa. Al parecer, a tono con las recientes manifestaciones de rechazo popular a la corrupción, que veladamente va de la mano contra el centralismo.

En el sector educación, no obstante haberse dado pasos importantes en materia de descentralización, por limitaciones y deficiencias en la conducción nacional se fue dejando de lado el desarrollo de capacidades en especialistas y trabajadores de las instancias intermedias. Se ha operado, a contracorriente, un proceso de recentralización, llegándose al extremo de planificar y ejecutar programas controlados totalmente desde el Ministerio de Educación, so pretexto de ausencia de capacidades en las regiones y provincias.

El tema, junto al compromiso de los docentes, no dejó de estar presente; en algunos casos en el discurso y en otros en la acción de los responsables del manejo educativo. Veamos. Patricia Salas, luego de señalar* que “la relación de los maestros con el Ministerio de Educación no solo debe ser en función a su carácter de ente público empleador, se le debe considerar como una fuente de incentivos, recursos pedagógicos y reconocimiento”, asumiría la determinación de convocar a los gobernadores regionales para proponerles avanzar en un Pacto Nacional por la Educación. Una iniciativa que no prosperaría.

En su turno, como ministro, Jaime Saavedra escribiría**: “No es posible llevar adelante una reforma en los aprendizajes y con la participación de los docentes si no se brindan condiciones básicas a las instituciones educativas para que se concreten los tres procesos estratégicos necesarios para alcanzarlos: desarrollo curricular, desarrollo docente y desarrollo de las instituciones educativas… Por eso la gestión descentralizada de la educación es una política priorizada por el Minedu para abordar las reformas y los cambios en el sector”. Sin embargo, justamente en su periodo se operaría la mayor acción centralista.

Idel Vexler consideró la necesidad de promover acuerdos regionales por la educación***. “En coordinación con los gobiernos regionales, se promoverá la adopción de acuerdos por la educación, convocando a padres de familia, docentes, sociedad civil y empresas privadas, a fin de asumir compromisos responsables por la educación en sus respectivos ámbitos”. Un cometido que se estuvo ejecutando en Cusco y Arequipa bajo el liderazgo de sus directores regionales.

Por ello, alegra que aparezca nuevamente en el escenario de la discusión el tema de la descentralización educativa, pretendiendo un acuerdo entre Estado y población, toda vez que su realización, significaría corregir errores cometidos al dejar de lado acciones orientadas a ese fin. No olvidemos, que la descentralización debe ser asumida por los actores involucrados. Y con mayor razón cuando se trata de la educación. Tampoco que cumplir con lo que se dice es un acto moral.

* Clausura de la Conferencia Nacional “Maestros, Sociedad y Estado. Bases para un acuerdo Nacional por el Maestro Peruano”. Febrero 2012.

**Balance y desafíos de la descentralización educativa. Noviembre 2013. Minedu

***Encargo conferido a la Oficina de Diálogo del MINEDU. octubre 2017