Eduardo Zapata

A esos señores no los conozco…

A esos señores no los conozco…
Eduardo Zapata
24 de agosto del 2017

Clasismo divide a Peruanos por el Kambio

Hace algunos días —y a propósito de la debilidad mostrada por el Gabinete Zavala (y por él mismo) ante diferentes responsabilidades— algunos miembros del propio partido de gobierno “se atrevieron” a pedir una renovación de ministros.

Como respuesta, la señora vicepresidenta de la República, Mercedes Aráoz, dijo textualmente: “A esos señores no los conozco mucho…”, asunto extraño pues se trataba de altos dirigentes del partido que llevó a PPK al poder y, por lo demás, compañeros de bancada de ella. Con el mismo tono de desdén, algunos otros personajes vinculados al entorno del presidente deslizaron que seguramente los “reclamones” querían algún ministerio o, en todo caso, auparse a las esferas más altas del poder.

Da la impresión, entonces, de que en el propio seno del gobierno hay dos grupos. Uno de ellos que se considera casi ungido por una determinada condición de clase que les da “derecho” a constituirse en una suerte de corte palaciega; y para decirlo simplemente, los otros.

Decíamos en una nota anterior en referencia al juez Richard Concepción Carhuancho que muchos políticos, periodistas y comentaristas se referían a él por su apellido materno (Carhuancho) y no por su apellido paterno (Concepción). Y señalábamos al respecto: ”Al privar al juez de su primer apellido y nominarlo por el segundo se deslizaba —no muy sutilmente— que sus argumentos ´deberían´ carecer de fuerza porque se trataba de los argumentos de un cholo”.

Con prescindencia de manipulaciones e infiltraciones en los movimientos de los maestros ¿cuánto de los prejuicios constatados anteriormente han impedido una solución pronta? Porque en el diálogo entre ministra y maestros —propiciado por representantes de cinco bancadas— la ministra palaciega permaneció en las alturas, mientras que los dirigentes plebeyos estaban en el primer piso del Ministerio de Educación. En paralelo, el ministro del Interior aprovechaba para conectar a los agentes de la huelga con el terrorismo y, en consecuencia, con la lucha de clases.

Es probable y deseable que la huelga acabe esta semana. No importa ya quiénes sean capaces de mediar o quién se atribuirá el éxito. Solo esperemos que en esta solución no se abdique de la meritocracia.

Más allá de la coyuntura de la huelga magisterial, convendría que los actores políticos —y los peruanos todos— nos tratemos como iguales en nuestras diferencias y las respetemos. Porque de seguir abordando situaciones de conflicto con mentalidades de prejuicios y exclusión será más que seguro que para el bicentenario podamos tener una candidatura radical “de clase” frente a la cual la señora Verónika Mendoza parecerá la frágil María Antonieta. Y ya sabemos lo que le pasó a ella, a muchos de los palaciegos y a la institucionalidad.

PPK ofreció una revolución social. Parece que escuchó mucho la canción Juana Azurduy —popularizada por Mercedes Sosa— que nos decía en una de sus estrofas que “la revolución viene oliendo a jazmín”. Sería bueno que él y sus colaboradores palaciegos cobren conciencia de que esa estrofa es simplemente poética.

 

Eduardo E. Zapata Saldaña

 
Eduardo Zapata
24 de agosto del 2017

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