70 años después de la gran guerra

Sobre dos historias paralelas: la del nazismo alemán y Sendero Luminoso.

Cuando en 1918 terminó la Primera Guerra Mundial Alemania quedó devastada. Una hiperinflación paralizó al país, que debió pagar reparaciones por daños de guerra. El desempleo, el hambre y las enfermedades acosaban a todos menos a los privilegiados que, como siempre, tienen medios para superar toda desgracia. Alemania se dividió entre quienes se negaban a cancelar esas reparaciones y quienes decían que debían honrar su compromiso aunque éste hubiese sido contraído con una pistola en la nuca.

Después del dictador Juan Velasco Alvarado y con Fernando Belaunde el el poder, Sendero Luminoso tenía preparados paros armados y asesinatos selectivos, haciéndonos creer de un “equilibrio estratégico” que tomaría palacio de gobierno. Nos declararon inelegibles en el mundo, morosos haciéndoles perro muerto a acreedores internacionales. Por los pobres no te pago, decían. Los decentes se arrinconaron y los pudientes que pudieron escondieron sus fortunas. Casuarinas y el balneario Asia para alejarse del populorum.

Mucha historia entre la Primera (1918) y Segunda (1939) Guerra Mundial; de cómo en 20 años Alemania logró recuperarse y con ganas de conquistar el mundo.

Hay mucha historia desde que Felipe Guacrapáucar volviera de España con título nobiliario otorgado por Felipe II. Historia de infeliz recordación que espantó a los Alaya y Cusichaca de 1563; de cómo 200 reinos sometidos por el Cusco auspiciaron al conquistador Pizarro. Llega el bicentenario y la misma historia cada 5 años: Promesas convertidas en desgracias.

El 9 de mayo termina la segunda gran guerra europea. 70 años atrás Dresde era bombardeado por británicos y norteamericanos mientras Berlín era invadida por rusos a pocas semanas de la capitulación nazi.

Dresde y Berlín quedaron en escombros, destruidas como la moral de sus pobladores que creyeron en la supremacía blanca. Otrora familias orgullosas, con sus niños portando estandartes nazis, aplaudieron al carismático y frenético líder encarnando el espíritu alemán, desde Bavaria hasta Sajonia, entre judíos, banqueros y obreros.

Con la captura de Abimael Guzmán no termina el terrorismo de Sendero Luminoso, en su haber 30 mil personas muertas y 30 mil millones de dólares de destrucción. La moral peruana por los suelos. No ser de izquierda en aquellos años era ser un apestado. La ideología senderista se convirtió en puntal moral en alguna serranía, castigando a quienes cometían faltas en la comunidad.

Mientras festejos multitudinarios alegraban a Europa, el llanto alcanzó al frustrado imperio alemán. La vergüenza de un país partido en dos y Berlín retaceado en cuatro hería a los arios. Se desataron revanchas colectivas. Nazis y colaboradores pagarían sus crímenes. Ninguno quedaría impune. Miles fueron deportados por la fuerza o voluntad propia, volviendo a sus lugares de origen o a donde no fueran señalados con asco.

Las cúpulas del terror fueron capturadas vivas y todos se alegraron mientras Guzmán señalaba su cerebro con el índice. Somos ideología, aquí no hay perro muerto con rabia, nos decía. La tendencia es ahora ser ecologista. La ofensiva política de los Goyos de Cajamarca y los Pepes de Arequipa cambió de camiseta. Ya nos son los pobres, ahora son el aire, agua y tierra la coartada de sus fechorías.

70 años después la economía Alemana es sólida y pocos recuerdan la reunión de Churchill, Roosevelt y Stalin en Malta. Para Churchill la expansión comunista no era el enemigo principal, era Adolfo  Hitler.

La naturaleza no más es virgen, la manosea escandalosamente el ecologismo ideológico entre oídos sordos y confundidos.

Por: Manuel A. Gago Medina
04 - May - 2015