Eduardo Zapata

3.8 del PBI para educación ¿Aleluya?

3.8 del PBI para educación ¿Aleluya?
Eduardo Zapata
10 de septiembre del 2015

Sobre el presupuesto 2016 y una nueva propuesta curricular

Soy de los que se oponen firmemente a aumentar inorgánicamente un porcentaje del PBI (Producto Bruto Interno) para dedicarlo a la educación. Soy de los que no estamos dispuestos a pagar tributos por la perpetuación de una educación que –en la práctica- constituye un delito contra la fe pública. Una estafa.

Porque cualquier hombre con sentido común –y con mayor razón quien tiene nociones de gestión pública o privada- sabe que hay diferencias entre gastar e invertir, sabe también que es indispensable la optimización costo/beneficio y sabe, por último, que la disponibilidad y uso de dineros públicos implica una responsabilidad ética con los ciudadanos.    

Según una reciente investigación de Rolando Arellano, los peruanos destinan un promedio de 15% de su presupuesto a la educación de sus hijos. ¡Y el 70% de esos peruanos está descontento con la oferta de la calidad educativa!

Se acaba de anunciar que en el presupuesto del año 2016 se ha previsto alcanzar un 3.8 del PBI para la educación. Ciertamente un incremento respecto a años anteriores. ¿Este aumento contribuirá a reducir ese porcentaje de peruanos descontentos con la calidad educativa y permitirá –finalmente- que la educación deje de ser entre nosotros una fábrica de frustraciones e inhibiciones personales y comunitarias?

Ya hemos dicho en artículos anteriores que el quid del asunto educativo supone el diagnóstico y acciones REALISTAS en torno al quién, dice qué, para qué, a quiénes, cómo, cuándo y dónde. Y hemos subrayado que el corazón de la propuesta educativa está constituido por el dice qué para qué. Que se refleja en la estructura curricular.

Pues bien. Tomamos noticia hace algunos días de la instalación de una comisión –suponemos de “alto nivel”, pues todas las comisiones burocráticas supuestamente importantes suelen llamarse así- que se encargará de revisar y actualizar la propuesta curricular básica nacional de la escuela peruana. Evidentemente se trata de una propuesta importante y trascendente, pues compromete el futuro de niños y jóvenes. Y no dudamos de que esta comisión, al ser de alto nivel, contará con gran número de asesores y consultores especializados. Y realizará talleres, encuentros con la sociedad civil y las debidas sistematizaciones y socializaciones. Enhorabuena.

Lo que resulta poco comprensible es que esta tarea medular de la educación se realice recién. Pues, con anterioridad, hemos asistido a capacitaciones, evaluaciones, selecciones y nombramientos de maestros sin haber definido previamente qué es lo que estos maestros iban a acometer. El dice qué para qué que recién se empieza a elucidar con el nombramiento de la comisión aludida.

Para cualquier empresa o emprendimiento, uno selecciona al personal teniendo claro –clarísimo, diría yo- qué es lo que ese personal va a hacer. Y ello, como resulta obvio, supone la anteposición –haciendo la traslación a la educación- del dice qué para qué. Porque a lo mejor los comisionados podrían encontrarse con la sorpresa de que su propuesta curricular, tal vez brillante, no pueda ser ejecutada por los maestros seleccionados a partir de la ceguera del dice qué para qué.

Algunas personas suelen tener cábalas respecto a los números. El número 13 para algunos es buena o mala suerte. El 3.8 también. Pero la educación no es un asunto de numerología cabalística.

Por: Eduardo E. Zapata Saldaña

 
Eduardo Zapata
10 de septiembre del 2015

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