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¿Y cómo va el antifujimorismo?

¿Y cómo va el antifujimorismo?
Víctor Andrés Ponce
29 de junio del 2015

Sobre el fenómeno del principal anti voto del Perú del siglo XXI

En todas las encuestas la popularidad del presidente Humala se desmorona en tanto que la intención de voto de Keiko Fujimori se consolida en un denso tercio electoral. Aunque los análisis y enfoques todavía obvien el tema, es evidente que la caída palaciega, de una u otra manera, tiene que ver con la consolidación y subida de la candidatura naranja.

Recuérdese que el triunfo de Ollanta en el 2011 solo se puede explicar por la manera cómo el antifujimorismo se convirtió en mayoría nacional en la segunda vuelta electoral. No hay otra razón. Recuérdese también que Mario Vargas Llosa se convirtió en el principal organizador de esa especie de quintaesencia del anti en que se convirtió la administración nacionalista. Pues bien, lo que sucede es que hoy el régimen humalista es visto como la peor administración del siglo XXI. Al respecto no es necesario abundar en detalles.

No se necesita ser demasiado zahorí para advertir que el hundimiento del nacionalismo, entonces, algo tiene que ver con la consolidación fujimorista. ¿Todo esto significa que el antifujimorismo, como principal protagonista político del nuevo siglo, está en retirada? Veremos dijo el ciego.

Sin embargo, aparte de la pulverización nacionalista, hay señales potentes que podrían indicarnos que el anti voto fujimorista comienza a debilitarse.

Dos ejemplos relevantes. El politólogo y periodista, Fernando Rospigliosi, conocido por haber sido un implacable crítico del fujimorato, consultado sobre si colaboraría con un eventual gobierno de Keiko Fujimori, si bien no confirmó nada, tampoco negó cualquier vínculo.  Otro hecho que merece una mirada atenta. El congresista Luis Ibérico, feroz opositor al régimen fujimorista de los noventa, ha reconocido públicamente el apoyo naranja a su candidatura a la Mesa Directiva del Congreso mientras que algunos grupos opositores se niegan a apoyarlo, precisamente, por la presencia fujimorista. Ante los recelos, Ibérico precisa que el apoyo naranja es a cambio de nada.

Otro hecho que merece subrayarse. Mario Vargas Llosa, el principal organizador del anti voto del 2011, hoy parece muy desinteresado por la situación del país ante la magnitud del fracaso nacionalista y también debido a sus problemas personales.

Sin embargo no debemos olvidar la fuerza del anti en nuestra historia. En muy pocas elecciones nacionales el elector se ha dejado envolver en una marea de optimismo y esperanza. En el Perú es más fácil votar en contra que apoyar a un candidato.

No es aventurado entonces sostener que el antifujimorismo se debilita considerablemente, pero sería arriesgado aseverar que la nueva situación despeja la victoria de Keiko Fujimori. Hasta ahora el movimiento naranja suma los puntos necesarios para animar la segunda vuelta electoral, pero el triunfo electoral solo depende de la estrategia política, de cómo se muevan los actores. Aquí es donde la política se convierte en arte, donde las posibilidades y desenlaces se multiplican por la creatividad de los protagonistas. Como en el fútbol, a veces, se elimina a los favoritos por una sola mala jugada.

Por Víctor Andrés Ponce

29 – Jun – 2015

Víctor Andrés Ponce
29 de junio del 2015

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