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¡Una semana de intolerancia!

¡Una semana de intolerancia!
Víctor Andrés Ponce
10 de marzo del 2017

Debate sobre “ideología de género” polariza al país

El Perú vivió una de las semanas de mayor intolerancia de su historia reciente, a propósito de la marcha “Con mis hijos no te metas”. El mensaje bíblico de que primero era el verbo parecía cumplirse para organizar un escenario de enfrentamientos y exclusiones. El periodista Augusto Álvarez Rodrich, analizando la mencionada marcha, tituló una de sus columnas “El ku klux klan peruano marcha hoy”. El solo título (absolutamente injusto y desproporcionado) estremece y revela el nivel de pasión y encono en que están sumidos los sectores en debate. En la propia marcha un pastor evangélico habló de matar mujeres, y sectores religiosos señalaban que “había que aplastarlos como langostas, como cucarachas”. Finalmente, la intolerancia desencadenó el despido del periodista Phillip Butters de uno de los programas radiales más sintonizados del país.

¿Qué ha pasado en el Perú? ¿Por qué a veces parecemos viajar del siglo XXI hacia el XIX? Sinesio López y Fernando Tuesta Soldevilla, profesores de la U. Católica, pretenden explicar el surgimiento de las movilizaciones de masas más impresionantes de nuestra historia atribuyendo solo responsabilidades al otro, a la simple descripción del surgimiento de un movimiento conservador religioso. Sin embargo, ¿por qué sucede el mismo fenómeno en Estados Unidos y Europa, y en el Medio Oriente se observa la resurrección de los fundamentalismos?

El mundo moderno canceló la explicación sagrada del Estado, la política y la sociedad. Pero coronó a la soberanía popular y la nación como los nuevos dioses que ahogaron al individuo y al sujeto en el siglo XX. De allí que la modernidad por sí sola no puede explicar la libertad de hoy (sin la idea de la conciencia cristiana secularizada no habría libertad). Allí están los fascismos y los bolchevismos, por ejemplo.

Luego de la caída del Muro de Berlín, una burocracia internacional lentamente empezó a construir un sistema en el que, sorprendentemente, el Estado debía convertirse en el gran organizador de la sociedad. Cuando esa burocracia comenzó a identificarse con la izquierda mundial, el Estado pasó a ser más importante que la sociedad en la defensa de los DD.HH. y las cuestiones de género. A partir de allí se quiso homogeneizar Estado y sociedad, ignorándose —al margen de cualquier voluntad— las raíces religiosas de Occidente, que perviven luego de más de dos siglos de laicismo. Los resultados de esta apuesta lo contemplamos con la reacción conservadora planetaria.

La modernidad no solo fue la separación del Estado y la Iglesia, sino también del Estado y la sociedad. La izquierda, reciclada luego del fracaso soviético, pretendió convertir al Estado en el gran alfabetizador de la humanidad y quiso unificar Estado y sociedad. En el Perú, un grupo de iluministas considera que el currículo escolar es la clave para construir una sociedad tolerante. ¿Puede existir tanta ingenuidad? ¿No se trata, en realidad, de una revolución dentro de la sociedad? Semejante apuesta no solo produce el resultado contrario con la creciente conservadurización del país, sino que es el germen de cualquier autoritarismo. Solo basta recordar que el nazismo y el comunismo siempre consideraron que la escuela —y no las familias ni la sociedad— era el agente principal de la educación de las nuevas generaciones.

La manera cómo aborda la izquierda los debates de género, en realidad, se convierte en enemiga del reconocimiento y legitimidad de los derechos de las minorías. El Perú es la mejor confirmación de esta tesis. En realidad a la izquierda no le interesa el derecho de las minorías, le interesa dividir la necesaria y justa convergencia entre conservadores y liberales en el Perú, grupos que desean enfrentar la amenaza antisistema y anticapitalista que se expresó en las elecciones del 2006, del 2011 y del 2016. Por eso se pretende polarizar el país alrededor de las cuestiones de género, planteando una guerra sin cuarteles por algunos conceptos y palabras en el currículo que podrían retirarse y evitar el tsunami religioso que se avecina.

A la izquierda no le interesan las minorías, solo le interesa el poder. ¿Alguien sabe de algún debate de género realizado en los ex países de la Unión Soviética, o que se esté realizando en los llamados países chavistas? Los temas de género solo se debaten en una sociedad abierta.

Víctor Andrés Ponce

Víctor Andrés Ponce
10 de marzo del 2017

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