Sigue la neblina antifujimorista

El suscrito se pregunta por qué sigue la lógica de focalizar los reflectores de los medios y las encuestas en los problemas internos de la mayoría legislativa, en la guerra de los Fujimori, y no en el desmadre político y la crisis de la gobernabilidad que se desató luego del fallido proceso de vacancia presidencial y el indulto al ex presidente Fujimori. Una interpretación benevolente podría ser que en los medios y las encuestadoras se cree realmente que los principales problemas de la gobernabilidad provienen de "la obstrucción" de Fuerza Popular. Otra interpretación más maquiavélica nos puede indicar que, no obstante los remozamientos del Gabinete Aráoz, en el Ejecutivo se mantiene la lógica de los primeros dos años del Gabinete Zavala: todos los errores no son míos, sino de la mayoría legislativa, y el público debe mirar a otro lado, pero no al Gobierno. Si las cosas son así, la gobernabilidad seguirá más complicada de lo que parece.

Una de las principales causas de la polarización Ejecutivo-Legislativo de los dos primeros años de la administración PPK fue la neblina que echó una coalición mediática para señalar lo siguiente: el desmadre que se venía era culpa de la mayoría legislativa. Algo que no es verdad porque la Constitución y las leyes concentran en el Ejecutivo todos los resortes del poder político y económico del Estado. Con la bruma lanzada ya no era importante analizar ni evaluar cómo el Ejecutivo abandonaba sus responsabilidades en el norte, en el sur y en el oriente, ni cómo se fermentaba una crisis política que todavía no explota en todas sus dimensiones. De allí proviene el grave error de considerar que se podía alcanzar gobernabilidad mediante la fractura de Fuerza Popular.

No obstante que esa estrategia ha fracasado en toda la línea, se insiste con el circo, con la neblina, que desvía el asunto principal de la gobernabilidad. Se ha malgastado una herramienta fundamental para alcanzar un pacto de gobernabilidad de largo plazo: el indulto con fractura de Fuerza Popular solo dibuja un tremendo signo de interrogación acerca de la gobernabilidad.

Creo que los amigos de los medios y las encuestadoras tienen, como se dice, una buena onda y quieren la gobernabilidad. Creen que agrandando a Kenji mejorarán las relaciones Ejecutivo-Legislativo. Pero se equivocan porque no conocen la lógica de los partidos. Por ejemplo, si bien no se puede desconocer que Kenji gana con la coyuntura, es evidente que el hombre está recibiendo una ayudita con los números. Particularmente el suscrito se declara incompetente para conocer la lógica de las preguntas y los números entrecruzados en las encuestas acerca del factor Kenji.

Sin embargo lo relevante es que la levantada a Kenji ayuda poco a la gobernabilidad. ¿Por qué? Más allá de las construcciones mediáticas, Kenji es un actor fronterizo de Fuerza Popular; y ahora que empieza a conocerse que el menor de los Fujimori no solo desarrollaba sus estrategias para una negociación por el indulto, sino que ya se proclama candidato presidencial, el endurecimiento de Fuerza Popular será evidente. ¿Qué organización política puede avalar una estrategia de fractura interna a menos que acepte voluntariamente disolverse? La unanimidad al pedir procesos disciplinarios para los kenjistas es una clara expresión de una tendencia, y no sería nada extraño que los diez disidentes se reduzcan a la mitad.

Y si por esas inclinaciones a interpretar los hechos políticos con envolturas conspirativas, en los predios fujimoristas se llega a creer que esta neblina sigue alimentada desde Palacio (¿continúa Zavala en la casa de Pizarro? ¡Ojalá que no!), entonces, la gobernabilidad entrará otra vez a cuidados intensivos.

La presidenta del Consejo de Ministros, Mercedes Aráoz, habla de la posibilidad de dialogar con Fuerza Popular. Ese es el camino de la gobernabilidad. Una reunión de Keiko Fujimori con el presidente Kuczynski y los vicepresidentes sería clave para la democracia.