Señora Keiko, un urgente viraje

En el Perú no solo cae la aprobación de Martín Vizcarra, del Ejecutivo, del Congreso, de los partidos políticos y de Fuerza Popular, sino también de Keiko Fujimori, la lideresa de la oposición que disputó las últimas dos segundas vueltas electorales. Pero además de caer la aprobación de Keiko, aumentan las resistencias a su figura; es decir, que el antifujimorismo sigue engordando, no obstante que este humor explica las elecciones de Alejandro Toledo, Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski como jefes de Estado.

Que el antifujimorismo, que eligió a los peores presidentes de la reciente historia, siga engordando significa que Fuerza Popular y Keiko están cometiendo yerros garrafales. Sin embargo, los errores no solo tienen que ver con el futuro del fuerzapopularismo, sino con la democracia y con la continuidad del modelo político y económico que ha organizado el mejor momento de la historia republicana.

Quizá la razón de la caída de la aprobación del fuerzapopularismo también explique el descenso del apoyo a Martín Vizcarra. Luego de la peor crisis de gobernabilidad de la democracia en los últimos 18 años, después de dos procesos de vacancia y la inevitable renuncia de Kuczynski, la ciudadana esperaba de Fuerza Popular mucho, pero mucho más. Es decir, el fuerzapopularismo se ha dedicado a administrar la crisis, a ajustar las clavijas de sus rivales y asegurar su continuidad en la mesa directiva del Legislativo. Y, ¿lo más importante? ¿La transformación del país al que está obligada cualquier mayoría legislativa de una democracia?

En Fuerza Popular parece haberse macerado la idea de que liderar las reformas urgentes que necesita el Perú acarrea desgastes innecesarios. ¿Existe un mayor desgaste que el actual? Parece que no. Más allá de las razones o sinrazones de las guerras que libró Fuerza Popular con PPK, con Kenji, con Alberto y con algunos medios liderados por La República, el fuerzapopularismo parece haber ganado todas sus batallas. Sin embargo, esas guerras y esos triunfos sin reformas, sin transformación del país, solo generan la idea de una fuerza sectaria que solo pretende el poder por el poder. Semejante posicionamiento, tarde o temprano, llevará a Fuerza Popular a perder sus “base sociales históricas”.

Pero lo más grave de todo es que la renuncia a una segunda ola de reformas (reforma laboral, reforma electoral, bicameralidad, reforma de la educación, reforma de la salud, relanzamiento de inversiones en infraestructuras) solo difumina la imagen del fuerzapopularismo en los sectores populares. Basta recordar que los sectores C, D y E identifican al fujimorismo como una fuerza anticomunista (la guerra contra el terrorismo) y antipopulista (acabó con la hiperinflación). Además el movimiento naranja siempre fue una extraña alianza entre los más pobres, el Estado y los empresarios. Todo eso parece desaparecer con la renuncia a las reformas.

Algo más. Fuerza Popular podría poner al país en modo de reformas alineando a los bloques políticos alrededor de los grandes debates nacionales. Por ejemplo, algunos medios antifujimoristas intentan perpetuar la polaridad fujimorismo versus antifujimorismo en base a los errores de Fuerza Popular y la defensa del subsidio estatal a ciertos medios. ¿Qué sucedería si Fuerza Popular se decidiera a extender la vigencia de la Ley de Promoción Agraria, como la base de una reforma integral de la legislación laboral, y enfrentara la resistencia feroz del antisistema? Bueno, surgirían alineamientos sanos, más vinculados con las urgentes necesidades del país. En este contexto Fuerza Popular iría de cosecha.

Pero todo parece indicar que —en los últimos tiempos— demasiados izquierdista y estatistas parecen haberse acercado a Fuerza Popular. En cualquier caso, señora Keiko, todavía hay tiempo para rectificar.