¿Se viene el relato anticorrupción?

Confusión de activistas e intelectuales de izquierda

El periodista Juan de la Puente suele hablar de un “populismo anticorrupción” para referirse a los políticos que encabezan las denuncias sin plantear soluciones o reformas de fondo frente al escándalo Lava Jato, que sacude los cimientos de la democracia y barre a la clase política post fujimorato. Aproximación acertada.

Pero detrás de esas voluntades populistas también están intenciones más sofisticadas de organizar relatos. La izquierda peruana —los activistas que marchan y también los profesores de la Universidad Católica—, de una u otra manera, empieza a entender que las placas tectónicas que han organizado la política peruana en los últimos quince años han comenzando a moverse.

Verónika Mendoza y Gregorio Santos convocan a marchas y enfilan las críticas en contra de la Constitución y “el modelo económico neoliberal”. Es un intento de armar un relato burdo, con una elaboración limitada. Si el problema nació, creció y se impulsó en Brasil, en el modelo mercantilista y proteccionista que impulsó el Partido de los Trabajadores de Lula y Rousseff, es muy complicado desarrollar una narrativa creíble en ese sentido. Difícil que pase.

Enseguida viene el profesor de la Católica —muy ideologizado, no obstante que se reclama científico social—, y señala que la responsabilidad es de los tecnócratas que organizaron sectores claves del Estado de los últimos quince años. La tecnocracia se “convierte en un sujeto social” y en un actor con consciencia y objetivos clarísimos que avanza entre el Estado y el sector privado. Allí estaría la clave del problema. Un tecnócrata incapaz de resistir al privado porque trabaja a horcajadas entre el Estado y las compañías.

Una aclaración de fondo: el sector privado del Perú, el formal y el informal, es un sector que ha surgido en abierta competencia con el mercado mundial y que ha enfrentado a un Estado que se convirtió en uno de sus peores enemigos. ¿Qué tiene que ver con el caso Lava Jato? Un reducido número de empresas peruanas se asociaron a las organizaciones brasileñas, pero a partir de allí no se puede establecer una generalización del sector privado en el Perú. El sofisma profesoral es más que evidente. Sector privado en el Perú no es igual a sector privado brasileño. ¿O sí?

Pero seguir abundando en contra argumentaciones sería atribuir una densidad teórica al argumento de “la tecnocracia venal” que no existe. En todo caso, una simple pregunta: ¿quiénes se irán a la cárcel? ¿Los tecnócratas o los políticos y ex jefes de Estado que representaron las oleadas antifujimoristas de los últimos quince años? En el Perú de la democracia posfujimorato siempre han mandado los liderazgos personalistas, no obstante los grandes méritos de la tecnocracia. Y si la democracia y el crecimiento continuaron fue por las decisiones de los políticos. La verdad es la verdad, por más que ahora esos políticos empaquen sus cosas para largas carcelerías.

El gran problema de la izquierda activista e intelectual es que no puede aceptar que las placas tectónicas que formaron el humor antifujimorista hoy se convierten en arenilla. El profesor de la Católica, fiel a su mentalidad religiosa, cierra los ojos, aprieta los puños y se niega a reconocer que las estatuas de los políticos antifujimoristas hoy se desploman por las cuentas millonarias que empiezan a destaparse.

Por Víctor Andrés Ponce

Fotografía: Renato González