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Saavedra y los intereses

Saavedra y los intereses
Víctor Andrés Ponce
07 de octubre del 2016

¿El Minedu representa el interés de la Nación?

El ministro de Educación, Jaime Saavedra, suele afirmar que los opositores a la reforma estatista que él impulsa desde el Ministerio de Educación (Minedu) “defienden intereses”. Y cuando los amigos periodistas del ministro también suelen entrevistarlo y le preguntan por “los intereses de las universidades privadas”, Saavedra torea la pregunta con gran condescendencia.

Sin embargo, de lo que no se da cuenta el ministro es que cuando desarrolla el argumento de los intereses, en realidad, está defendiendo una concepción del Estado que nada tiene que ver con la democracia, la libertad y la sociedad abierta, que solo existen y se preservan por el permanente conflicto de intereses a través de las instituciones de la democracia.

Los totalitarismos —desde el nazismo, pasando por el comunismo estalinista, los actuales chavismos hasta las teocracias islámicas— siempre han demonizado al rival porque “defiende un interés”. En esta concepción el Estado representa “el bien común”, “el interés de la nación” o el “interés de los pobres”. Pero ya la historia y la sociología nos han demostrado que el Estado no representa el bien de todos, sino que es el territorio de una lucha permanente de intereses.

La diferencia entre el estado totalitario y el estado democrático reside en que el primero oculta el interés a favor de una oligarquía, con el discurso del “bien común; en tanto que en el segundo se promueve el choque de intereses a través de las instituciones de la democracia, para alcanzar los justos medios.

Por ejemplo, el primer proyecto de la famosa Sunedu fue elaborado por la Universidad Católica (modelo asociativo de universidad), con el claro objetivo de sacar a las universidades privadas, sin importar su calidad, de la competencia. Semejante iniciativa planteaba eliminar las exoneraciones tributarias a las universidades privadas incluso en el caso de que reinviertan en el claustro, no obstante que la Constitución reconoce ese derecho.

Desde allí se lanzó el muñeco del “lucro en educación”, a sabiendas de que las universidades asociativas no pagan ningún impuesto y a sabiendas también de que los excedentes se distribuyen entre las coaliciones de profesores. ¿Qué se pretendía? Eliminar la competencia, que obliga a bajar las pensiones y aumentar las inversiones en infraestructura, frente al boom de inversiones de las privadas de excelencia. El resultado: menos recursos para distribuir entre las coaliciones de profesores de izquierda. ¿No estamos ante un interés? Claro que sí. A esa pretensión habría que oponerle el interés de que haya más competencia para beneficiar al consumidor. Todos, pues, tenemos intereses; menos Dios, los ángeles y los muertos. ¿O no?

El estilo de Saavedra para debatir y demonizar a los oponentes no ayuda a construir una sociedad abierta. La propuesta de Saavedra colisiona con una visión de sociedad democrática, porque solo promueve un modelo de universidad e intenta excluir a los sectores privados y a la sociedad de la gestión educativa.

Pero no solo es incompatible con una sociedad libertaria, sino que pretender erigir al Estado en el gran protagonista de la educación. Cuando se desatan la IV Revolución Industrial y los vientos innovadores del sector privado con Google, Facebook y Microsoft, esa pretensión resulta una verdadera irracionalidad.

Nadie niega que se debe regular los emprendimientos privados y de la sociedad en la educación. Pero pensar que esa regulación debe estar a cargo del Estado y no de la sociedad (como sucede en Estados Unidos y Europa) es intentar pasar un contrabando soviético como un acto de modernidad.

En todo caso, que levante la mano quien no tiene un interés, por favor. Si los medios de comunicación no quieren debatir la reforma estatista de Saavedra, bueno, allí están el Congreso, las redes sociales y las aulas de las universidades. Pero hay que debatir, con interpelación o sin ella.
 

Víctor Andrés Ponce

 
Víctor Andrés Ponce
07 de octubre del 2016

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