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Reflexiones informales

Reflexiones informales
Víctor Andrés Ponce
07 de julio del 2014

Aproximaciones de derechas e izquierdas sobre la informalidad

La persistencia de la informalidad no obstante el crecimiento económico y la reducción de la pobreza ha desatado una especie de péndulo ideológico con respecto al mundo de la extralegalidad. De pronto, los sociólogos de izquierda encuentran en la informalidad todas las causas de los males nacionales: desde la imposibilidad de despegar económicamente, la falta de institucionalidad en la sociedad, el exceso del individualismo que afecta a los sectores populares, hasta uno de los afluentes que alimenta la delincuencia y la inseguridad ciudadana.

Es decir, el péndulo ahora nos lleva hasta antes de los años ochenta, cuando el informal era visto como un villano. Después, en los ochenta y los noventa se convirtió en el héroe que se forjaba un camino con el Estado en contra y una economía inviable. En medio de la hiperinflación el informal encontraba un camino alternativo a la prédica terrorista y era celebrado por la sociedad.

Sin embargo, con la pulverización del estado populista, el ajuste y el crecimiento económico de las últimas décadas, la continuidad de la informalidad en más del 70% de las actividades económicas comienza a ser inaceptable. Los sociólogos de la izquierda desempolvan viejas armas y argumentos y pretenden convertir al héroe de ayer en el desalmado de hoy.

Pero, ¿por qué continúa la informalidad? La respuesta es simple: No obstante la desregulación económica y el crecimiento, el Estado sigue siendo el mismo de los ochenta, pero sin gran actividad empresarial y sin déficit presupuestal. El Estado sigue tan viejo, tan pesado, tan ogro filantrópico, que todos optarían por la informalidad si pudieran hacerlo: desde el Estado, pasando por las grandes empresas extranjeras hasta las Pymes. O, ¿acaso no sabemos el número de licitaciones que los propios ministerios han realizado toreando la ley de contrataciones del Estado y recurriendo a organismos internacionales? O, ¿acaso no sabemos el número de empresas extranjeras que se han retirado del país por la llamada tramitología? Todos en el Perú quieren ser informales, unos pueden y otros no. Punto.

La culpa y los pecados, pues, están en el Estado y no en la sociedad. Por ejemplo, todos sabemos que una pequeña empresa no puede asumir los costos laborales que demanda la CGTP y que estos solo pueden ser clavados a las grandes compañías. Sin embargo, no se hace nada. Todos igual sabemos que las sociedades emergentes buscan la manera de evadir los impuestos confiscatorios, desde los nacionales hasta los prediales, porque el Estado provee servicios deficientes o no provee ninguno, es decir porque es incapaz de celebrar un contrato social en el que los ciudadanos renuncian a su soberanía y a parte de sus activos a cambio de protección y servicios. Nada parecido existe hoy en el Perú. A los contribuyentes solo se les demanda renuncias. Y el asunto se agrava más.

¿Cómo entender, entonces, el péndulo ideológico de los sociólogos de izquierda con respecto a la informalidad? El gran problema de la izquierda en el Perú es que las reflexiones sobre la informalidad la desnudan ideológicamente siempre. En vez de pobreza en las ciudades, los datos y las cifras nos indican la existencia de poderosos mercados populares. En vez de obreros y asalariados, las estadísticas nos señalan un universo de propietarios y empresarios sin acceso a una formalidad excluyente.

La desregulación económica, el ajuste y el crecimiento han convertido al Perú en una de las sociedades latinoamericanas con uno de los sectores privados más poderosos, más pujantes, no solo por la acumulación capitalista, sino por los millones de propietarios y empresarios. Quizá por eso el chavismo no tiene viabilidad en el país no obstante que se han caído todos los partidos y se ha extendido el descrédito institucional. Quizá por eso una izquierda que infla el pecho y se autoproclama representante de lo “académico” califica al empresario emergente de cachuelero.

Por Víctor Andrés Ponce

Víctor Andrés Ponce
07 de julio del 2014

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