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¿Qué pasa con el fujimorismo?

¿Qué pasa con el fujimorismo?
Víctor Andrés Ponce
25 de agosto del 2017

La extraña conducta de la mayoría legislativa en la huelga

La huelga magisterial ha llegado a un punto en el que los sindicatos radicales enfrentan una disyuntiva: ganar o perder, el todo o la nada. Con el transcurso de los días, la furia de los padres de familia ante la posibilidad de que los niños pierdan el año escolar crecerá considerablemente, la huelga se debilitará, los maestros regresarán a clases por los descuentos y también por el aumento establecido. De pronto, la dirigencia sindical radical percibirá que perdió su gran oportunidad cuando se negó a firmar el acuerdo.

Sin embargo, una de las cosas que llama poderosamente la atención en el desarrollo del conflicto magisterial es la conducta del fujimorismo. Si bien es cierto que en la última reunión con las dirigencias sindicales Fuerza Popular dejó establecido que en el Congreso no hay retrocesos en la Ley de Carrera Pública Magisterial y en la evaluación de desempeño docente, el cálculo y las distancias del fujimorismo merecen una reflexión.

Por ejemplo, ni Fuerza Popular ni la propia Keiko Fujimori llamaron a que las negociaciones y los diálogos se desarrollaran sin poner en peligro la política estatal promeritocracia en la escuela pública. Era como si hubiese un recato extraño con el objeto de ganar las adhesiones de los profesores que marchaban en las calles. Algo de eso también existió con el momento inoportuno para plantear la interpelación de la ministra Marilú Martens como si alguien pretendiera otorgar regalos a las dirigencias radicales.

En esta columna no participamos del facilismo antifujimorista que, contra cualquier pronóstico, pretendió culpar al fujimorismo del fracaso de las negociaciones. Algo así no es serio y corresponde al terreno de las pasiones. Pero que Fuerza Popular haya tenido miedo de gritar su adhesión a la meritocracia y no haya entendido que detrás de la estrategia radical y de la huelga que convoca la CGTP existe una estrategia preinsurreccional al estilo boliviano es algo para no dormir.

Si la mayoría legislativa que hasta hoy ha sido el muro de contención del chavismo en el mundo popular adopta esas actitudes, ¿qué le espera al Perú hacia el 2021? Si en las próximas semanas algunos sectores vuelven a bloquear las minas del sur o se proponen interrumpir el relanzamiento de un proyecto minero como Tía María, y el fujimorismo vuelve hacer sumas y restas para ver si continúa ganando adhesiones en las protestas, entonces, algo demasiado grave ha sucedido en el Perú. Particularmente desde esta columna ya no encontramos explicaciones.

El fujimorismo en la huelga magisterial ha demostrado que el peor enemigo de su futuro es la falta de una identidad ideológica y programática. Ese talón de Aquiles del movimiento naranja es una amenaza a su unidad y viabilidad, incluso más poderosa que las caricaturas elementales que suele dibujar el antifujimorismo, más potente que todas las conspiraciones de Alberto y Kenji. ¿Por qué?

Por la sencilla razón de que el fujimorismo es una fuerza plebeya y emergente que disputa codo a codo a los sectores populares con todas las propuesta antisistema, desde el Movadef hasta el MAS de Gregorio Santos. El fujimorismo disputa palmo a palmo la influencia popular con proyectos estatistas que, más allá de sus errores, tienen un armazón ideológico. Si pretende competir con estos sectores con un populismo fácil, el fujimorismo como tal no llegará al 2021. La lógica de los hechos terminará haciéndolo estallar.

La única manera que tiene el fujimorismo de disputar los sectores populares con las propuestas antisistema es liderando una propuesta de capitalismo popular que incluya a todos los excluidos del Perú oficial (desde los mineros informales hasta los empresarios de Gamarra) en una sola economía de mercado. Desarrollar esa propuesta demanda hacer debates, redactar tesis, convocar intelectuales y abrirse a la sociedad. Pero ese camino solo puede desarrollarse en confrontación abierta con los sectores radicales; es decir, con las dirigencias con la cuales el fujimorismo se reunió sin muchos rubores en los últimos días.

 

Víctor Andrés Ponce

 
Víctor Andrés Ponce
25 de agosto del 2017

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