PPK, el banquero guerrero

Cuando PPK asumió el poder nadie imaginó que la nueva administración se habría de convertir en el Gobierno más polarizador de la historia reciente. En su estrategia de confrontación el Gobierno pepekausa ha superado largamente al nacionalismo. El motivo: la estrategia caviar no tuvo contrapesos ni filtros y el Gabinete Zavala se mimetizó con esta visión. Se apostó a gobernar en contra de la mayoría legislativa y con el apoyo de los medios, y se puso a Jaime Saavedra como titular de Educación, como un signo de declaratoria de guerra (Saavedra fue acusado de haber financiado el aparato nadinista). En el primer año del nuevo Gobierno se quiso fracturar a toda costa a Fuerza Popular, y en el segundo año se participó de la estrategia de judicialización e incluso encarcelamiento de los dirigentes fuerzapopularistas, hasta que llegó la coyuntura vacancia/indulto.

¿La iniciativa de la guerra, entonces, terminó con el alejamiento de la inefable izquierda caviar luego del indulto? Si el frente caviar, incluso, solicitó la vacancia de PPK, ¿cómo así continuó la guerra contra el Legislativo, los partidos, Fuerza Popular y Keiko Fujimori? Nadie lo entiende. PPK tiene una terrible tendencia a autosecuestrarse. Alberto Fujimori en libertad no solo pretendió gozar de su nuevo estado, sino que se propuso asumir la conducción de Fuerza Popular. Como el ex presidente tiene una visión mesiánica de la política, el asunto era simple: si no asumía el control de Fuerza Popular, entonces se fracturaba y destruía el partido que ha organizado su hija en los últimos quince años. Pero, ¿cómo así? ¿Cuál es su programa, su ideología? ¿Acaso el hombre tiene algo de Perón?

Poco a poco se conoce que Alberto Fujimori desarrolla reuniones frenéticas con los congresistas de Fuerza Popular ofreciendo obras, recursos estatales y diversas gollerías, como si estuviera en los noventa fomentando el transfuguismo a diestra y siniestra. Algo más: en sus conversaciones con las personas de su entorno cercano el ex presidente habría dicho que el objetivo es “desangrar a Fuerza Popular”, es decir, ir soltando renuncias hasta las elecciones regionales. El hombre no cree en nadie y, a entender del suscrito, hay demasiado silencio del ex jefe de Estado frente el intento de judicializar a su hija e, incluso encarcelarla. Veremos.

¿A qué vamos? Después de la coyuntura vacancia/indulto, la guerra del Gobierno pepekausa contra Fuerza Popular ha continuado a todo vapor, se ha incrementado en intensidad y en potencia de fuego, como si el presidente Kuczynski hubiese llegado a la secreta conclusión de que su sobrevivencia depende de la extinción de Fuerza Popular. Si el presidente Kuzcynski no se ha dado cuenta de que en los dos primeros años lo embarcaron en una guerra y que ahora Alberto lo empuja a la confrontación final, entonces, ¿qué se puede hacer? Nadie entiende para qué ingresó a política.

En este contexto, ¿qué puede hacer Fuerza Popular? ¿Aceptar el designio del padre que, contra todas las teorías sicológicas, pretende eliminar a la hija para favorecer a las caricaturas de Kenji? ¿Aceptar que dos ancianos hagan un festín con Fuerza Popular, un partido que reclama un lugar en el Perú del siglo XXI? La respuesta es simple: ante la amenaza de muerte, la lucha final es la única alternativa. Y allí estamos gracias a la extraña inclinación a la guerra de PPK. ¿Quién se imaginaría a un banquero desarrollando estrategias para eliminar un partido?

En todo caso, la nueva vacancia también tiene que ver con esta suma de despropósitos que la coalición mediática antifujimorista ha alentado con absoluta irresponsabilidad y sin posibilidad de guardar los equilibrios.