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Palacio apuesta por la facción

Palacio apuesta por la facción
Víctor Andrés Ponce
02 de marzo del 2015

El pronunciamiento del presidente Ollanta Humala en contra del fiscal que investiga a Nadine Heredia por lavado de activos y la crítica a la acusación contra Daniel Urresti por el asesinato del periodista Bustíos, nos indican que, no obstante la auspiciosa reunión que se produjo en Palacio de Gobierno, a propósito del espionaje chileno (con Alan García y Keiko Fujimori), nada parece haber cambiado en la conducta del régimen con respecto a la institucionalidad del país y a la oposición. 

En primer lugar, ya se ha dicho que es impropio que el jefe de Estado, primer magistrado del país, condene el trabajo de los jueces y fiscales, habida cuenta de que es la única autoridad elegida por el sufragio de todos los peruanos. El primer deber del Presidente es representar a todos los ciudadanos y hacer cumplir la ley. Sin embargo, Humala ha decidido apostar por la facción, por su esposa y por el partido nacionalista. Si se reiteran estas conductas, ¿cómo puede influir en el escenario hacia el 2016? 

En el caso de que la candidatura de Urresti levante vuelo es evidente que el régimen se olvidará de las formas y las buenas maneras y entrará de lleno a la polarización electoral respaldando abiertamente la opción oficialista. Considerando el estilo de Humala, el asunto, incluso, podría ponerse color de hormiga. Algo más. En la hipótesis –bastante difícil- de que Urresti pegue en el electorado, de una u otra manera, él necesitaría que se eleve a la enésima potencia la tensión entre Palacio y un determinado candidato a elegir (en este caso tendría que ser García para tentar la segunda ronda con Keiko y explotar el antifujimorismo). 

Como ya se ha planteado, semejante escenario sería perjudicial para la gobernabilidad del país, porque la agenda electoral terminaría subordinando a la agenda de gobierno e, incluso, se afectaría el limitado espacio que ahora tienen los ministros empeñados en hacer reformas. 

El otro escenario -quizá el más probable- es que Palacio se quede sin un candidato viable electoralmente. Es decir con Urresti convertido en cometa fugaz, sin posibilidades de acrecentar su respaldo popular por los evidentes límites que hoy tiene el anti. 

En semejante escenario el gobierno tendría que buscar alternativas de emergencia como, por ejemplo, la candidatura de buenas maneras de la jefa del Gabinete, Ana Jara, o quizá apostar por una alianza con otra fuerza política. Si las cosas van en ese sentido, lo más probable es que el jefe de Estado se repliegue hacia una aconsejable neutralidad porque, frente a estas posibilidades, la polarización se convertiría en un factor en contra. 

En todo caso, las conductas del Presidente de los últimos días nada tienen que ver con los hábitos y costumbres de los jefes de estado de las democracias con cierta salud. Cuestionar la neutralidad de un Mandatario en el desarrollo del calendario electoral más bien corresponde a las malas prácticas y recetas que el manual bolivariano ha establecido para que los autócratas se perpetúen en el poder.

Por Víctor Andrés Ponce
02 - Mar - 2015

Víctor Andrés Ponce
02 de marzo del 2015

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