ODEBRECHT Y CURIOSIDAD ANTIFUJIMORISTA

El intento de comprometer al fujimorismo en las denuncias

Causan mucha gracia las intenciones de la izquierda y del antifujimorismo radical de comprometer al régimen de los noventa y al fujimorismo en las investigaciones del caso Odebrecht, que afecta a los funcionarios de los tres gobiernos democráticos posfujimorato. Es gracioso porque puede desencadenar contrastes que, finalmente, favorecerían largamente al movimiento naranja.

Por ejemplo, la mayoría de funcionarios civiles y militares corruptos del régimen de los noventa ha sido procesado, investigado y sentenciado. El llamado nuevo fujimorismo, por lo tanto, podría sostener que en estos casos no hay impunidad, en tanto que la mano larga de la justicia todavía no alcanza a los funcionarios corruptos de la democracia posnoventa. Pero, además, como señala Aldo Mariátegui, la mayoría de posibles casos del gobierno fujimorista ya estarían prescritos. ¿Quién gana en el contraste?

Pero otra de las comparaciones podría ser más impactante. Todo indica que Alberto Fujimori se morirá en la cárcel como Leguía, sin que le hayan encontrado una sola cuenta bancaria (allí está el fallido informe Kroll), mientras que una danza de millones de dólares gira indirectamente alrededor del ex presidente Alejandro Toledo. ¿Qué dirá la gente en los mercados y los conos de Lima? El argumento izquierdista de “la autoría mediata” comenzará a mostrar todos sus parches y costuras, y quedará en evidencia que Fujimori se muere en la cárcel por haber implementado un gobierno autoritario que interrumpió la democracia. ¿Quién gana en el contraste?

Pero lo más terrible de la estratagema izquierdista y del antifujimorismo radical es que busca desviar la atención de los temas verdaderos. En realidad hay un exceso de soberbia y falta de humildad en el análisis, quizá creyendo que el antifujimorismo es un negocio que tiene carta de impunidad eterna. El caso Odebrecht es el caso en que se enjuiciará principalmente a la izquierda latinoamericana, peruana, al antifjumorismo radical en sus diversas expresiones y algunos funcionarios apristas.

En este contexto, llama poderosamente la atención la prudencia, la timidez y quizá el fair play, con que el movimiento naranja asume de las denuncias del caso Odebrecht. ¿Por qué tantas consideraciones con los adversarios? La interpretación chabacana del antifujimorismo radical inevitablemente será que hay rabo de paja y que hay mucho que esconder. Sin embargo, quienes conocen hasta dónde el caso Odebrecht hunde sus negras raíces saben que semejantes apreciaciones son falacias.

En realidad todo indica que en el movimiento naranja hay un exceso de sensibilidad por las consecuencias del caso Odebrecht en la gobernabilidad del país, en la situación del espacio público y en la llamada clase política. Semejante aproximación nos indicaría que la mayoría legislativa, la primera fuerza política del país, ha comenzado a evaluar las cosas como lo hacen los movimientos históricos de una democracia: ejercer la oposición en calidad de mayoría no significa abandonar la responsabilidad de sostener a un gobierno débil hasta el final de su mandato porque en la República, los períodos y los plazos de los mandatos tienen el mismo valor que el sufragio y las formas. Allí reside la diferencia entre Estados Unidos y Bolivia y Ecuador.

Por Víctor Andrés Ponce