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Llueve guerra sucia

Llueve guerra sucia
Víctor Andrés Ponce
12 de agosto del 2015

¿Quién está detrás de la campaña de demolición de candidatos?

Los periodicazos contra Alan García se suceden uno tras otro. Luego bajan un poquito porque la samba brasileña también se bailó durante los gobiernos de Alejandro Toledo y Ollanta Humala, y muchos guardan silencio sobre la gestión de Susana Villarán.

De alguna manera, en estos días hemos contemplado una puesta en escena en la que todo el llamado elenco estable es acusado de algún asunto de corrupción. ¿Es verdad todo esto? Todavía no hay pruebas, contratos, ni tipos penales. La campaña es un eco, un rebote, del caso Lava Jato en Brasil, porque algunas empresas y personajes del escándalo garoto también se vinieron por aquí.

¿Se justifica periodísticamente o políticamente el ruido amplificado del escándalo brasileño? De ninguna manera, porque en temas penales y en corrupción, hay que presentar pruebas y tipicidad. Y el asunto también vale para el periodista. Se trata de una campaña y todo indica que será uno de los platos fuertes de la próxima contienda electoral.

¿Quién podría estar interesado en una estrategia de destrucción de los principales actores públicos? Vale ensayar una hipótesis: la izquierda y aquellos que no se sienten representados por el elenco estable. Lo paradójico es que la izquierda desde algún tiempo tiene camiseta brasileña, lulista, mientras que algunos señalan que el promotor de esta campaña sería Favre.

Como no se pueden derribar dos enemigos a la misma vez, estos sectores han comenzado a aceptar la presencia inevitable de Keiko Fujimori en la segunda vuelta. El tercio fujimorista es una roca difícil de quebrar. Pero la estrategia marxista enseña a pelear por etapas. Hoy se trataría de eliminar a Alan García y empujar la subida de PPK con la esperanza de “tener manejo en la segunda vuelta”. Si en ese camino también se cae PPK bienvenidas las albricias porque se abriría el espacio para una candidatura anti desde el primer tiempo del partido.

El siguiente paso de esta apuesta sería organizar el antifujimorismo en la segunda vuelta para volver a reeditar el escenario del 2011. Quizá la movida palaciega que hoy se reactiva también confluya con esta campaña de demolición. Sin embargo, tal como sucedió con la anti propaganda y la feroz anti propaganda contra Luis Castañeda en la elección municipal, todo indica que otra vez se irán de bruces.

Si bien una reciente encuesta muy amigable con esta estrategia, indicaría que García comienza a flaquear frente a la anti campaña, no se debe olvidar que el escenario “decencia versus corrupción”, que ahora pretende reorganizar la izquierda, ya triunfó en el 2011 con Humala. El resultado: hoy tenemos el peor gobierno del siglo XXI que, tal como van las cosas, nos podría dejar el presente griego de recesión con aumento de pobreza.

Cuando la novedad fracasa en todas las líneas, tal como ha sucedido con el gobierno nacionalista, y cuando la posibilidad de cancelar la expansión del bienestar se dibuja en el escenario, generalmente, la gente suele decir más vale malo conocido que bueno por conocer. La mayoría se vuelve conservadora, porque, de una u otra manera, se percata de que la izquierda no tiene ideas ni programas, solo psicosociales y estrategias puras de poder. Hay mucho más que perder que cosas por ganar.

Por Víctor Andrés Ponce

Víctor Andrés Ponce
12 de agosto del 2015

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