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Lava Jato y las exequias de la izquierda

El antifujimorismo es investigado y procesado

Lava Jato y las exequias de la izquierda
Víctor Andrés Ponce
06 de febrero del 2017

El antifujimorismo es investigado y procesado

Por Víctor Andrés Ponce

Ante la inminente orden de captura nacional e internacional de Alejandro Toledo por haber recibido coimas de US$ 20 millones, la izquierda, conmocionada, intenta armar un relato: es la caída de “la tecnocracia liberal” que organizó el país en los últimos quince años y en general es hora de sentar en el banquillo de los acusados al “modelo neoliberal”. Martín Tanaka, uno de los sociólogos más leídos y con más cables a tierra del Perú, el que menos se deja enceguecer por las anteojeras ideológicas, en La República llega a sostener que: “Estamos ante la falla de la élite de derecha del país, demasiado cómplice, demasiado complaciente con el ‘mercantilismo’ que proclama despreciar”. Si Tanaka lo dice es para preocuparse.

Aquí una aproximación diferente. Si Alejandro Toledo y Ollanta Humala son procesados y terminan en cárcel, ¿quién va a la cárcel? ¿La tecnocracia liberal, la élite de derecha o la quintaesencia del antifujimorismo? Ahora, ¿a quién le pertenece el antifujimorismo radical? Más allá de Mario Vargas Llosa y algunos autoproclamados liberales hayekianos, el antifujimorismo radical, cerril, que busca la exclusión del movimiento naranja, le pertenece enteramente a la izquierda, a todas las izquierdas habidas y por haber. Desde el amigo caviar del establishment de los últimos quince años hasta la izquierda antisistema de Goyo Santos. ¿A quién entonces pulveriza principalmente el caso Lava Jato? No hay dudas, a la izquierda.

No solo se trata del radical antifujimorista en la política. Los periodistas, intelectuales y, en general, el establishment de una u otra manera serán duramente golpeados en predicamento y credibilidad por el escándalo Lava Jato, porque fueron demasiado cortesanos y se vincularon excesivamente con las administraciones de Toledo y Humala. Unos días atrás, por ejemplo, era patético escuchar a Fernando Olivera pretender levantar su escoba como en tiempos de la caída del fujimorato luego de conocerse el despropósito de Toledo.

El establishment que engordó bajo la sombra del antifujimorismo se cree eterno porque se recicló luego de los gobiernos de Toledo y Humala (incluso ahora con PPK), y continuó cosechando bajo la sombra estatal. Pero ahora todo ha cambiado: se han encontrado cuentas de uno de los dioses antifujimoristas y, ¿qué sucedería si algo parecido pasa con funcionarios del gobierno Humala y de la gestión Villarán? En esta ocasión el antifujimorismo radical está con las manos esposadas.

Ante la danza de cuentas millonarias, el estribillo “decencia versus corrupción” que la izquierda levantó en los últimos quince años no obstante que la mayoría de civiles y militares corruptos de los noventa estaba en cárcel, ha terminado. Toledo es el primer jefe de Estado a quién se la encuentran cuentas vinculadas a sobornos. A Montesinos le pescaron US$ 2OO millones, pero Fujimori puede morirse en la cárcel sin que le hayan detectado cuentas. ¿Qué dirá la gente? El ex presidente de los noventa se morirá en la cárcel por una sofisticación jurídica que inventó la izquierda y por haber autorizado una CTS. ¿Qué se comentará en los mercados y los barrios populares?

Claro se puede decir que los millones de Montesinos eran para Fujimori, pero ese tipo de especulaciones que solía hacer la izquierda han terminado. Hoy hay cuentas que hablan, que gritan, y las investigaciones vienen de Estados Unidos y Brasil. No veo entonces cómo puede ganar la izquierda.

Se habla de complacencia con el mercantilismo. ¡Santos Dios! Este fenómeno proviene del sistema mercantil que desarrolló el Partido de los Trabajadores de Lula con un puñado de empresas para asaltar el erario brasileño y desarrollar una política de megacorrupción cuasi imperial con los gobiernos débiles de América Latina. En el Perú los jefes de estado antifujimoristas se rindieron sin oponer la menor resistencia.

Como se aprecia, la izquierda está intentando organizar un relato para absorber la bomba nuclear que le ha explotado en medio de la casa. En todo caso, el debate da para largo.

 
Víctor Andrés Ponce
06 de febrero del 2017

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