La necesidad del jefe de gobierno

El papel de Zavala en la situación política

Debido a la polaridad fujimorismo-antifujimorismo que envenena la democracia no se ha producido una cumbre entre PPK y Keiko Fujimori para organizar la gobernabilidad, y las relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo continúan siendo una interrogante. En este contexto, el contenido político de la presentación del Gabinete —que preside Fernando Zavala— ante el Congreso se acrecienta a niveles impensados.

Cualquier político con escuela señalaría que el objetivo de la presentación de Zavala es quebrar la guerra fría entre el pepekausismo y el fujimorismo e iniciar una nueva etapa. Pero la cosa no es simple. La administración PPK, de alguna manera, expresa algo del bloque antifujimorista de las pasadas elecciones, mientras que en la orilla de enfrente está el fujimorismo todavía procesando la nueva situación.

¿Qué puede hacer Zavala entonces para modificar estas distancias? Quizá lo primero que debería plantearse es desplazar a la administración PPK hacia un centro político distante del antifujimorismo cerril de la izquierda, para tender los puentes necesarios con la mayoría legislativa. Semejante apuesta obliga a gestos e iniciativas audaces que muchas veces podrían desubicar al fujimorismo y a los propios pepekausistas. En todo caso, un libreto de este tipo solo le pertenece al arte de la buena política.

Sin embargo es evidente que Zavala nunca asumirá semejante rol si no se convierte en un verdadero jefe de gobierno en la práctica, más allá de cualquier argumento constitucional. Es decir, un jefe de Gabinete con poder político delegado por el jefe de Estado para desarrollar iniciativas políticas.

Si nos atenemos al hielo en las relaciones entre pepekausistas y fujimoristas, la idea de un jefe de Gabinete investido de poder para buscar acuerdos es de vida o muerte para la administración PPK. Se necesita un arquitecto de los acuerdos y las convergencias; de lo contrario no hay gobernabilidad, y la sombra de la incertidumbre cubriría a la propia democracia.

Y Zavala tiene enormes posibilidades para desempeñar ese papel. Las disculpas que presentó ante Luz Salgado por el exabrupto presidencial (sobre el jale de congresistas fujimoristas) es una imagen que construye. Pero, además, el jefe de Gabinete es un tecnócrata puro, obligado a entrar a la arena política y, sin temor a yerros, se puede sostener que tiene buenas relaciones con el fujimorismo, Alan García, el aprismo y las demás fuerzas políticas.

Las pasadas declaraciones de Zavala en el sentido de que el crecimiento económico del Perú no se explicaría sin las reformas económicas de los noventa no solo le permiten extender ramas de olivo al fujimorismo, sino también dejar en claro que su pensamiento económico y social le otorga un lugar relevante al movimiento naranja en la historia de los últimos 25 años.

En cualquier caso, el análisis de la presentación del Gabinete ante el Legislativo no solo debe circunscribirse a la estrategia para conseguir el voto de investidura frente a la mayoría legislativa, también debe incluir el papel del jefe de Gabinete en la organización de los espacios que posibiliten seguir construyendo gobernabilidad, la única manera como la administración PPK puede plantearse el éxito.

Víctor Andrés Ponce