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La hora de bajar las armas

La necesidad de pactar para reformar

La hora de bajar las armas
Víctor Andrés Ponce
27 de agosto del 2018

 

El pronunciamiento de Keiko Fujimori con respecto al referéndum no solo revela las enormes preocupaciones en las tiendas naranjas por la popularidad, sino que ha desatado reacciones tan furibundas que algunos incluso llegan a sostener que una vez más la democracia peruana estaría ingresando a la disyuntiva disolución del Congreso o vacancia presidencial, presente durante la administración PPK. El alarmismo más bien parece provenir de la repentina conciencia de que la ola de indignación ciudadana contra la corrupción se tramitará dentro de los cauces constitucionales y que no existe fuerza capaz de alterar el cronograma electoral hacia el 2021. En este contexto, guste o disguste, inevitablemente el Perú tendrá que lidiar con la existencia de una mayoría legislativa en el Congreso.

Todo indica que algunos consideran que la ofensiva política que desarrolló el presidente Vizcarra con su propuesta de reformas del sistema de justicia y del sistema político será un fenómeno permanente y que el incremento en las encuestas durará para siempre. Grave error. El contenido populista de ciertas iniciativas –que buscan popularidad— y la reedición del estilo y la estrategia pepekausa en el Estado —gobernar con los medios y lejos de los problemas cotidianos—, tarde o temprano, se pueden convertir en un peligroso bumerán. De esa visión lineal del reposicionamiento de Vizcarra nace también la idea de que si no hay referéndum, por este u otro tema, entonces hay que plantear cuestiones de confianza.

Al respecto es necesario precisar las cosas. En el sistema político no hay fuerza ni actor político individual capaz de liderar una salida excepcional en la democracia. Los intentos de Vizcarra para convertir los puntos de popularidad alcanzados en algo más (por ejemplo, en una candidatura el 2021, como se comenta) pasan al terreno de la ridiculez, considerando que el calendario avanza y que los retrasos en la reconstrucción del norte y los problemas acumulados en el tema de seguridad pulverizarán cualquier aumento de aprobación.

Es en este contexto que Keiko Fujimori parece ubicar su mensaje (algo que ratificó con la entrevista concedida ayer a Enrique Castillo). Es decir, algo así como que Fuerza Popular tiene derecho a tratar de reinventarse luego de haber participado en una de las guerras más feroces que se haya escenificado en la democracia peruana. En otras palabras, el mensaje de Keiko parece uno de posguerra, de una fuerza política que va a seguir haciendo política y liderando la oposición. Nada más. Ella está en su derecho, ¿no es verdad? Sin embargo, los analistas del fundamentalismo antifujimorista solo escuchan tambores de guerra y ven caras pintadas de comandos capaces de cortar gargantas. Pura locura. Realmente alucinante.

Si queremos mirar las cosas de otra manera se podría decir que el mensaje de Keiko ha abierto la etapa de las negociaciones. La frase en que le señala al jefe de Estado que no vea en los congresistas a potenciales enemigos es reveladora, dependiendo de la buena voluntad en el análisis. Si en el Ejecutivo y en el Legislativo existieran operadores que levanten los teléfonos y comiencen los diálogos, la democracia, la lucha contra la corrupción y las reformas ganarían considerablemente.

El escenario político peruano hoy asemeja a varios ejércitos errantes, ninguno de los cuales tiene la posibilidad de ganar, por más que en el diario La República se sueñe con el cierre del Legislativo y se aplique inflador a las encuestas. No es posible, no es lógico, no hay fuerzas.

De allí que el único camino que resta para seguir apostando por el país es el entendimiento. Y, generalmente, lidera el acuerdo el más fuerte. Hoy la foto del día dice que Vizcarra está más empoderado. Debería entonces emplazar a Fuerza Popular a las convergencias y sentar a los negociadores. Si el jefe de Estado le hace caso a los teóricos de la bronca callejera ya sabemos cuál será resultado.

 

Víctor Andrés Ponce
27 de agosto del 2018

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