La gobernabilidad en la encrucijada

Ganadores y perdedores con la cumbre PPK-Keiko

Alrededor de la cumbre PPK y Keiko Fujimori se seguirán organizando adhesiones y rechazos, pero es evidente que la abrumadora mayoría respaldará esta iniciativa. Sin embargo es interesante analizar algunas reacciones que se han producido y que apuntan a cuestionar esta reunión de los jefes políticos más importantes del país.

Una de ellas nos señala que PPK se ha humillado ante una “lideresa soberbia”, como si los asuntos públicos fuesen un asunto de orgullo. Los orgullos y los prejuicios son asuntos para la psicología, jamás del quehacer político. La historia de la humanidad está plagada de líderes sabios que depusieron banderas para reunirse con el adversario. Calificativos como pusilánime deberían ser desterrados del análisis político, porque en los asuntos públicos solo hay aciertos y errores. Pusilánime es un término más apropiado para una bronca callejera o una guerra de pandillas.

Otra curiosa interpretación señala que PPK se debilitará porque se distanciará del electorado que lo ungió presidente. ¡Tremenda falacia! El jefe de Estado se estaba debilitando porque no había sido capaz de dirigirse a la otra mitad del electorado que no votó por él. Hoy el presidente empieza a ser celebrado por todos los sectores del país y solo los radicalismos dentro del pepekausismo y del fujimorismo muestran sus distancias.

Los grandes ganadores entonces son los protagonistas de la cumbre: PPK, Keiko y, sobre todo, el Perú. Superada una desconfianza (todavía no se logra entender cómo adquirió verosimilitud) alrededor de una supuesta estrategia de vacancia de Fuerza Popular, el jefe de Estado incrementará su popularidad y la administración pepekausa consolidará el respaldo político necesario en el Congreso para implementar las reformas que el Perú necesita,para seguir creciendo a tasas altas y continuar reduciendo pobreza significativamente.

Como resultado natural de la apuesta por la gobernabilidad, Fuerza Popular consolidará su imagen de compromiso con la democracia y la gobernabilidad; y de una u otra manera, el radicalismo antifujimorista, fomentado por el nadinismo, comenzará a disolverse de cara a las elecciones del 2021. El mejor escenario con el que puede soñar el fujimorismo.

Para entender con más certeza la situación vale preguntarse quiénes pierden con la cumbre PPK- Keiko. Es evidente que, como parte del sentimiento antifujimorista en la sociedad, ha surgido un radicalismo antifujimorista cortesano fomentado desde el Estado. Esta especie de establishment, con gran presencia mediática, siente que un país en convergencias políticas es una amenaza a sus posiciones. Y es que, en realidad, estos sectores que se mueven entre consultorías y relaciones con el Estado, solo justifican su presencia en la medida que exista una “guerra contra el fujimorismo” o que “existan planes de la vacancia presidencial”.

Otro sector que se desubica ante el camino de las confluencias políticas es el espacio del antisistema —que se ha expresado en las elecciones del 2006, del 2011 y del 2016—, un espacio que existe en la medida en que el crecimiento en base a inversión privada no ha tenido como correlato una reforma del Estado que incremente la competitividad y mejores los servicios a la sociedad. Bueno, todas las expresiones antisistema —desde Gregorio Santos y Verónika Mendoza hasta Antauro Humala— simplemente verán reducidas sus posibilidades ante un gobierno con respaldo político y una oposición fujimorista que, sin arriar las banderas fiscalizadoras, desarrollan una agenda de reformas para el país.

El Perú siempre es un país extraño. Cuando parece acercarse al borde de un insondable abismo, los peruanos siempre terminan alejándose de los radicalismos y optando por el centro y las convergencias.

Por Víctor Andrés Ponce