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La extraña alianza caviar-bolivariana

Apuntes sobre una peligrosa coyuntura

La extraña alianza caviar-bolivariana
Víctor Andrés Ponce
16 de julio del 2018

 

Un momento especial, único, a favor de una reforma profunda del sistema de justicia empieza a convertirse en un nuevo episodio de la polarización fujimorismo versus antifujimorismo. Una polarización que ha desatado los choques Ejecutivo - Legislativo más feroces de las últimas dos décadas, que ha desencadenado la renuncia del ex presidente Kuczynski y que amenaza con interrumpir una democracia que avanza hacia su quinta elección nacional sin interrupciones.

Luego de la difusión de los audios en que se desnuda el tráfico de influencias de miembros del CNM, del Poder Judicial y la Fiscalía, la ola de indignación ciudadana era el combustible para que Ejecutivo, Legislativo y los medios de comunicación, convergieran alrededor de investigaciones, procesos y reformas de las instituciones de justicia. Sin embargo en algunos medios la intención fue evidente: vincular la corrupción de la justicia con el Congreso. Alusiones de terceros, sin ninguna importancia, al presidente Vizcarra y a una misteriosa “señora K” (posiblemente Keiko Fujimori) fueron las grandes argumentaciones.  Más tarde se pretendió implicar a Mauricio Mulder, autor de la ley que prohíbe la publicidad estatal en medios privados.

Pero eso no es todo. Algunos columnistas, Pedro Cateriano (ex ministro de Humala) y otros políticos convocaron a las masas y a las turbas a marchar contra la corrupción. Casi simultáneamente Verónika Mendoza y los sectores chavistas empezaban a organizar una movilización contra la corrupción (léase Congreso) para el 19 de julio. Las turbas movilizadas contra las instituciones y la Constitución.

Sin embargo, eso no fue todo. Diego García Sayán solicitó la ayuda de la Corte Interamericana para reformar el sistema de justicia. Es decir, un abogado constitucionalista pisoteando la Carta Política sin rubor. Más tarde el ex ministro humalista Walter Albán exigió que renuncie todo el CNM antes de iniciar la reforma. ¿Cómo era eso? ¿No se tenía que destituir a los implicados en el tráfico de influencias, sino a toda la institución? ¿Si se licencia a todo el CNM acaso entran los accesitarios? ¿Las responsabilidades de dos o tres miembros comprometen a toda la entidad? 0, ¿se proponía que otra entidad asumiera las funciones del CNM? No se entiende semejante propuesta porque no tienen que ver con los procedimientos y principios establecidos en la Carta Política.  

Albán proponía una forma de golpe institucional sin necesidad de verbalizarlo. Pero, ¡Dios mío!, eso no fue todo. Allan Wagner, presidente de la Comisión de Reforma nombrada por el Ejecutivo, también se sumó a la estrategia y solicitó la remoción de todo el CNM. La propuesta de reforma de Palacio empezaba a morir, o quizá algunos evitaban que naciera. No eran reformistas sino revolucionarios que ninguneaban la Carta Política.

Algunos lo plantean sin anestesia: Vizcarra debe exigir al Congreso que remueva a todo el CNM, de lo contrario debería plantear una moción de confianza para forzar la disolución del Congreso. La estrategia estaba más clara que el primer rocío de la mañana: utilizar las denuncias contra la corrupción para adelantar las elecciones.

En el caso del chavismo antisistema las cosas resultan evidentes: pretenden adelantar las elecciones para instalar una asamblea constituyente que redacte una constitución anticapitalista. En el caso de los caviares la idea de cerrar el Congreso y el adelanto electoral llama la atención, sobre todo luego de la renuncia de PPK. La guerra política Ejecutivo - Legislativo no había terminado, sino que la democracia vive en una guerra perpetua y prolongada. A estas alturas ya está claro que a este sector lo que menos le interesa es la reforma del sistema de justicia: solo pretende el control de las instituciones.

¿Qué puede haber sucedido en el Poder Judicial y la Fiscalía para que el sector caviar sume fuerzas con los bolivarianos? Y, en el caso de algunos medios la cosa también es clara: pretenden que el subsidio estatal siga igualito que antes. Aborrecen, incluso, la posibilidad de una regulación con sentido común. Es decir, quieren ser la nueva “nobleza empresarial”, alejada de los mercados, pero con el impuesto de todos los peruanos.

Los demócratas ya sabemos qué hacer con las chavistas. No pueden pasar. Pero, ¿con los caviares? El problema es que representan una suma de intereses, contratos y consultorías alrededor del Poder Judicial, la Fiscalía, el TC y otras entidades. No tienen una vocería, es una amalgama que aparece en contra de algo. De allí viene la voluntad obsesiva de control. Quizá cuando desataron una guerra judicial contra el fujimorismo y el aprismo no percibieron que afectaban sus propios proyectos económicos. Y en cuanto a ciertos medios, la cosa tiene solución: una buena regulación sin excesos y de vuelta a los mercados.

 

Víctor Andrés Ponce
16 de julio del 2018

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