La estrategia Chaupe

¿Se viene una Máxima en las Bambas?

La administración PPK debería observar con detenimiento la manera como diversos sectores del radicalismo antiminero, vinculados a ONG y sectores del Frente Amplio, comienzan a desarrollar estrategias silenciosas en Cajamarca y en Apurímac para impedir que se relance el proyecto Conga y paralizar el megaproyecto Las Bambas. Pero no solo la administración PPK, sino también la mayoría legislativa del fujimorismo debería echarle un ojo a la estrategia de estas corrientes anti inversión.

Si el pepekausismo cree que la segunda vuelta y las primeras semanas de gestión al frente del Ejecutivo lo inmunizan en contra de la violencia anti inversión en recursos naturales —que ha caracterizado a los gobiernos de Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala— comete un gravísimo error, que solo se explicaría como un tributo a la impericia política.

En los últimos días el muñeco de Máxima Acuña de Chaupe, envuelto en un premio internacional concedido quizá por despistados o interesados ecologistas, ha vuelto a la escena. Ya no se trata del terreno “en disputa” con la empresa minera, sino de otro predio en el que se sembraron algunos cultivos. Quienes siguen de cerca el caso saben que los títulos de los predios le pertenecen a la empresa porque fueron vendidos por la comunidad, y que la disputa está en el Poder Judicial. Sin embargo el rebote del caso, nacional e internacional, genera una impresión evidente de abuso empresarial. ¿Cuál es el objetivo? Detener la ofensiva social que desarrolla la empresa, ya sea con la construcción de reservorios de agua o diferentes obras sociales, con el objeto de ganar las adhesiones de la población local. Como las cosas empiezan a cambiar a favor de la inversión, se reactiva el muñeco.

El periodista limeño, acostumbrado a la “sensibilidad social”, increpa a la empresa sobre por qué no se soluciona el problema. La respuesta es simple: porque a Chaupe lo menos que le interesa es solucionar el conflicto. No se trata de un “despojo”, sino de una estrategia en contra de un proyecto minero.

Lo alarmante de esta situación es que el software Chaupe, según diversas versiones, también comienza a desarrollarse en contra del megaproyecto Las Bambas. En las próximas semanas se conocerá de “una familia que luchará contra el abuso de la empresa” y que, por supuesto, también tendrá su premio internacional. El asunto, pues, se viene con fuerza mientras la administración PPK todavía saborea su luna de miel.

El problema es que el sueño placentero que todavía le otorga el humor antifujimorista a la administración PPK puede convertirse, de un solo golpe, en terrible pesadilla. Todo indica que, a fines de setiembre, se verán algunas lenguas del fuego que atizan los radicales antimineros. Se cumple un año de la asonada en contra del proyecto Las Bambas. Veremos.

Ahora bien, es hora de empezar a hablar claro y de identificar a las ONG que desarrollan estas campañas de desinformación en contra del país. ¿A qué intereses defienden? ¿A los pobres? De ninguna manera. La paralización de los grandes proyectos mineros le ha restado más de 1.5% de crecimiento al PBI y, debido a esa merma, miles de peruanos permanecen en pobreza.

Quizá se podría sostener que la estrategia antiminera busca agravar la desaceleración para que se expanda la impaciencia y el 2021 se organice un escenario favorable al estatismo y en contra del “modelo primario exportador”. También se podría sostener que las ONG antimineras son financiadas por los grandes traders mineros, que buscan detener la producción de cobre peruano para que la libra del mineral suba varios puntos.

Es hora de investigar y señalar sin tapujos a la estrategia silenciosa de estos sectores que no se indigestan cuando desarrollan estrategias en contra de los pobres del país.

Víctor Andrés Ponce