La encrucijada del debate

El debate es de vida o muerte para el pepekausismo

Luego de los resultados de las últimas encuestas, en las que Keiko Fujimori le saca entre cinco y ocho puntos de ventaja a PPK, el segundo debate electoral de este domingo se convierte en asunto de vida o muerte para el gringo de los Andes. Si el pepekausismo no realiza un giro de 180 grados en su estrategia, desmarcándose del antifujimorismo y del consejo izquierdista, habrá perdido definitivamente la elección.

En contra de cualquier pronóstico el estado mayor de PPK se compró el argumento antifujimorista, olvidando que Ollanta Humala y Nadine Heredia están en Palacio únicamente por representar la quintaesencia de ese antivoto. No existe otra razón. Más allá de la justicia o no de las percepciones, el nacionalismo está por las patas de los caballos en aprobación popular. ¿A quién se le ocurre, en estas circunstancias, liderar el antifujimorismo? Si se fuerza la disyuntiva antifujimorismo versus fujimorismo es más que evidente que el fujimorismo tiene las de ganar. ¿Cómo entender semejante yerro?

Todo indica que los pepekausistas fueron víctimas del Perú oficial, de la grita de algunos medios y algunos colegas que han convertido el antifujimorismo en su principal identidad. Se sobrevaloró en exceso el partido que tomaban algunos medios y se olvidó que los espacios mediáticos también participan de la separación entre un Perú oficial y otro real. Quizá allí resida la explicación del descomunal error de PPK.

Para darle un giro dramático a su estrategia PPK debería presentarse como la alternativa que supere la polarización antifujimorismo versus fujimorismo, que ha envenenado el espacio público en los últimos quince años. Sin embargo PPK no se da por enterado. El hombre continúa extremando el adjetivo, mientras que la mayoría ciudadana comienza a agotarse de tanto cruce verbal.

En el caso del fujimorismo, quizá la apuesta sea a repetir los principales movimientos del debate del domingo pasado, en el que los objetivos de una estrategia electoral bien delineada se impusieron a la argumentación programática. Quizá Keiko baje el voltaje de la confrontación, registrando el agotamiento ciudadano frente al desmadre de adjetivos. Sin embargo es casi seguro que la candidata fujimorista insistirá en que ella representa a los pobres, a los excluidos, a los de abajo, en contra de una candidatura que viene de arriba y que representa a los ricos. El tufillo anti establishment y promercado envolverá gestos y arremetidas.

El fujimorismo no tiene porqué variar un libreto exitoso. Cuando los observadores y los medios le exigían pruebas de amor, guiños y besos volados para demostrar la ruptura con el pasado, Keiko y el estado mayor naranja —echando mano de las mejores tradiciones de la política— crearon el escenario de una candidatura popular anti establishment versus una candidatura “del sistema”, de los ricos.

Semejante escenario comienza a imponerse en el imaginario del ciudadano, y así lo demuestran las encuestas. Sorprendentemente, Keiko ha hecho política; es decir, no ha aceptado escenarios ni agendas externas, sino que ha creado un camino que, hasta el debate de este domingo, aparece triunfante. Aquí se puede señalar que la política se ha impuesto sobre el marketing y la aproximación al Perú oficial.

En el pepekausismo, por el contrario, la ausencia de estrategia se parece a una suma de retazos sin costuras. De pronto PPK arremete como un lancero y de súbito se detiene para solicitar disculpas. A medida que avanza la campaña las pausas e incoherencias van revelando los problemas de PPK frente a Keiko Fujimori, quien aprieta el acelerador y se envuelve en el vértigo y frenesí de una campaña sin suspensos.

En todo caso, en la política del Perú nada está definido hasta el pitazo final, más allá de que PPK se acerque a un abismo por voluntad propia.

 

Víctor Andrés Ponce