¡Huracán de histeria antifujimorista!

El fujimorismo se puede beneficiar de vendaval en contra

¿Cómo entender la evidente histeria que se ha desatado en los sectores antifujimoristas? La DEA niega la investigación a Keiko Fujimori, el fujimorismo recoge el guante y aclara las cosas, pero el vendaval de acusaciones continúa en la prensa, la radio y la TV. No se hacen las rectificaciones que demanda el ejercicio del periodismo. Ahora nadie acusó a Keiko de haber entregado 15 millones de dólares, solo se trataba de la investigación a Joaquín Ramírez. ¡Vaya! Pero la DEA tampoco dijo sí o no sobre el tema.

Una pared mediática se levanta en contra del fujimorismo. Pero, en realidad, nadie sabe quién gana con este huracán de histeria. Y, de pronto, el voto a favor del movimiento naranja no solo es tolerante con la corrupción y la violación de DD.HH. sino que ahora es un “voto por el narcotráfico”. La reacción del antifujimorismo es brutal, irracional. Recuerda los peores momentos de las democracias antes de ser engullidas por las guerras civiles y las confrontaciones. Una confrontación en la que ganaría largamente el fujimorismo. ¿Qué nos sucede? ¿Cómo hacemos para recuperar la cordura?

Que se investigue a Ramírez e, incluso, se le separe de Fuerza Popular. Claro que sí. Pero pretender resolver el asunto a días de la elección nacional no tiene que ver con la voluntad de esclarecer un posible lavado de activos. Tiene que ver con una estrategia electoral. En esta guerra de movimientos que ha iniciado el antifujimorismo nadie puede predecir el resultado. El que pretenda hacerlo debería dedicarse a leer el tarot. Hay un Perú oficial tomado por la histeria, que se ha inventado relatos y que de tanto repetirlos ha comenzado a creer en ellos. Y la desesperación viene de esa agonía destructiva. Pero hay otro sector mayoritario que contempla los hechos a la distancia, y al que le parece inverosímil que el fujimorismo sea la expresión del narcotráfico.

¿Qué puede suceder después de esta ofensiva antifujimorista? Una posibilidad es que se dañe la candidatura del fujimorismo. Es una posibilidad y nadie puede negarla. Sin embargo, por la brutalidad del ataque, lo más probable es que día a día comience una nítida victimización de Keiko Fujimori, creándose el llamado “efecto teflón” que no solo la protegería de las acusaciones presentes, sino también de cualquier imputación que la vincule con el pasado. Si las cosas avanzan en ese sentido, la elección habría sido definida por una denuncia sin rigor periodístico.

Si bien la posible victimización del fujimorismo se explica por la histeria, también se entiende por el contenido clasista que empieza a notarse en la reacción antifujimorista. Jorge Bruce, en una delirante columna publicada en La República —que titula “Preparar la resistencia”—, habla de organizarse para luchar contra “los enemigos de la democracia” y deja entrever que los votantes fujimoristas son incultos. El clasismo empieza a convertirse en verbo y solo falta un pelito para que surja al adjetivo discriminatorio y excluyente, tal como sucedió durante las pasadas elecciones municipales contra el elector que votaba a favor de Luis Castañeda.

Nadie se puede alegrar de este escenario. Ni siquiera el fujimorismo, que tiene enormes posibilidades para usar la lluvia de ataques a su favor. El Perú que surge después de la ola de histeria es un país enconado, sin diálogo y cuya gobernabilidad, al margen del ganador de la elección, estará gravemente herida.

Víctor Andrés Ponce