Horas después de la votación

 

A estas alturas predecir el resultado del proceso de vacancia presidencial que se ha iniciado en el Congreso es imposible. Cualquiera que pretenda adivinar está haciendo las veces de prestidigitador, porque existen muchas cosas que no se conocen. Algunos incluso hablan de cosas tan sombrías, para detener el proceso de vacancia, que incluso empalidecerían el libreto de los tránsfugas de los noventa. Veremos. En el universo del disclosure de las redes sociales, como se dice, todo se sabe o se sabrá.

Sin embargo, sí se puede especular cuáles serían las consecuencias de los desenlaces posibles. En la hipótesis de que la vacancia prospere, la mayoría relativa de Fuerza Popular, de una u otra manera, estaría obligada a convertirse en una fuerza de Gobierno. En otras palabras, más allá de no participar en el Ejecutivo, el keikismo estaría en la obligación de poner el hombro por una eventual administración de Martín Vizcarra.

En cualquier caso, el nuevo Gobierno de Vizcarra tendría que parlamentarizarse convocando a lo mejor del aprismo, del acciopopulismo, del albertismo y del acuñismo. Cualquier resultado en esta terrible coyuntura tiene techo de vidrio, mientras puede llover cualquier cosa.

En la hipótesis de que la vacancia no prospere, Pedro Pablo Kuczynski seguirá en cuidados intensivos y con respirador artificial. Por el nivel de confrontación desarrollado, doña Mercedes Aráoz estará más que obligada a dar un paso al costado, y la búsqueda de un nuevo gabinete se convertirá en asunto de vida y muerte.

Los muchachos de la izquierda caviar, siempre tomados por la frivolidad, se frotarán las manos considerando que han liquidado al fujimorismo, su enemigo principal. La permanencia de PPK se convertirá en el peor golpe para el keikismo y desatará la ilusión del fortalecimiento del albertismo. Sin embargo, el fujimorismo podría empezar su real descomposición dejando el camino libre para las fuerzas antisistema en el mundo popular y emergente.

En este contexto, el hecho de que no prospere una segunda vacancia ahora sí podría desatar el lenguaje de las calles. Si el Congreso ya no canaliza el descontento ciudadano, entonces el Frente Amplio, Nuevo Perú, el MAS de Gregorio Santos y el etnocacerismo de Antauro podrían tener el camino despejado para implementar “la estrategia de masas”.

Al respecto vale anotar que las fuerzas antisistema siempre han intentado “la bolivianización” del Perú. Es decir, que la presión popular empuje el adelanto de elecciones y la convocatoria de una asamblea constituyente. El albertismo empeñado en destruir su propio legado político es el mejor aliado de esta posibilidad.

Más allá de cualquier hipótesis sombría existe una última posibilidad, aunque muy remota. Sin embargo, en política descartar un escenario no es serio. Podría presentarse una situación en que el keikismo y las fuerzas de oposición negocien una salida ordenada de PPK y, como se dice, que la sangre no llegue al río. Pero, ¿cuál sería la base de esa negociación? Pues el alejamiento definitivo del Ejecutivo de cualquier resto caviar o antifujimorista, un nuevo gabinete, el ninguneo del albertismo y una fecha futura para el alejamiento de PPK del Gobierno.

En una fórmula negociada de este tipo todos ganan, pero el que sacaría más ventaja sería el propio PPK. Puente de plata para el retiro y distancia de las vendetas judiciales.

En cualquier caso, analizar esta triste coyuntura de la política solo nos aleja del problema fundamental de la sociedad peruana: la segunda ola de reformas y la urgente necesidad de evitar la trampa de ingreso medio.